martes, 1 de octubre de 2013

Lore y Sandra - cap. 13



Cap. 13

Ya en la cama, Sandra recibía un mensaje que conseguía sacarle una enorme sonrisa. Como es de suponer, este mensaje era de Lorena, quien no había podido aguantarse las ganas y le recordaba que cumpliría su promesa de recompensarla, y añadía la enigmática frase de “igual hasta te gusta más que el plan original”. 

Lorena sabía que su mensaje crearía varias preguntar y suposiciones en la mente de Sandra, pero eso era lo que más le gustaba de las sorpresas. No tardó en llegar el mensaje exigiendo más detalles acerca de esa noche que le había pedido que reservara para ella. Al cual no contestó, creando que Sandra no fuese capaz de pensar en otra cosa aquella noche.

La semana se pasó volando mientras Lore terminaba los últimos detalles y Sandra se comía cada vez más la cabeza con sus hipótesis. Finalmente llegó el viernes y ambas se presentaron puntuales en la salida del túnel donde habían quedado. 
Cabe añadir, que Sandra no tenía ni idea de qué día se suponía que sería la esperada sorpresa, y hasta donde ella sabía, aquel día habían quedado para ir al cine a ver la última de Lobezno aprovechando que Lore tenía entradas gratis. 

-          Antes del cine tengo que pasar por casa, que he olvidado coger las entradas.
-          Vale, no hay problema, tenemos tiempo.
-          ¿Ya está? ¿No me riñes ni te burlas de mí?
-          No, ya estoy acostumbrada a tu olvidadiza memoria.

Se besaron y caminaron hacia casa de Lorena sonriendo mientras hablaban del tráiler de la película que se suponía que iban a ver.

Una vez en la puerta, Lore no pudo reprimir una sonrisilla al imaginar la cara que pondría Sandra al verlo, por lo que agradeció ir la primera y no haber desvelado la sorpresa.
Como era de esperar, la cara de asombro de Sandra era digna de enmarcarla,  por no hablar de que se había quedado paralizada en hall. Lore se quedó mirándola a la puerta del salón, para poder observar su cara al contemplar cada detalle de aquella casa.

Lore había pensado en todo al prepararlo: en el suelo, unas flechas azules perfiladas por velas, alumbraban todo el pasillo. Sandra las siguió con cuidado de no pisarlas. En las paredes, Lore había cambiado las tres fotos que solía haber de su familia por imágenes suyas, una era una foto cogidas de la mano que se habían hecho al segundo día de conocerse, otra era un dibujo a lápiz que mostraba su primer beso, y la tercera era el poema enmarcado por el cual estaban juntas de nuevo (el que encontró Lore en la habitación de Sandra tras desordenarla entera cuando le dijo que no volverían a verse).

Las flechas conducían al salón, cuya puerta estaba cerrada y sobre la cual estaba apoyada Lore mientras miraba embobada la reacción de su chica. 

-          Gracias, es…. Es perfecto, cariño. – le abrazó y se besaron – No tenías que haberte molestado tanto… es… me encanta. – Sandra no sabía qué decir, aquello no estaba presente en ninguna de las hipótesis que había creado.
-          Pues aún no has visto ni la mitad. – nueva sonrisa pícara de Lore, quien tiró suavemente de Sandra a la vez que abría la puerta y le arrastraba dentro del salón.

Esta vez, Sandra se quedó completamente sin palabras, el salón estaba envuelto en una luz muy tenue proveniente de más velas que rodeaban una camilla en mitad de la habitación. El aire olía a incienso y vainilla, que supo de dónde provenía al ver un par de varillas flanqueando un enorme frasco de aceite de masaje.

Lore besó a Sandra para que no dijera nada y la condujo dulcemente a la camilla.

-          Bueno, el aceite pringa un poco, así que es mejor que te quites la ropa. – sonrió y le tendió unas bragas desechables a Sandra.

Sandra seguía de pie, quieta, mirando a Lore mientras sostenía las bragas en la mano.

-          Está bien, te ayudaré yo – dijo Lore, y empezó a desnudar a Sandra con suavidad.

Entre besos y caricias, terminaron entre las dos de preparar a la masajeada y tumbarla bocabajo.
Lore encendió la música, cogió el aceite y durante una hora, se concentró en dar el mejor masaje que sabía dar, recreándose en las sensaciones y las respuestas del cuerpo de su novia, que se erizaba y relajaba bajo la palma de sus manos.


Terminado el masaje, Sandra se levantó despacio mientras Lore se lavaba las manos. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, se besaron y abrazaron con fuerza.

-          El mejor masaje de mi vida. – beso – eres la hostia.
-          Shh, bésame. – otro beso, abrazos, caricias
-      Solo hay un problema,– la cara de Lore cambió sutilmente más tensa mientras preguntaba con la mirada – que aquí sobra mucha ropa

Dicho esto, tiró de la camiseta de Lore mientras ella se desprendía rápidamente de su pantalón.
Sin añadir más palabras, y ocupando sus lenguas en largos y apasionador besos, Lore guió a su pareja a la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas. 

-        Solo lo preguntaré una vez, ¿estás segura de esto? – preguntó Sandra a escasos centímetros de los labios de Lore.
-          Sí – agarró la nuca de su chica acercándola al juego que sus lenguas ya conocían.

Con un par de movimientos, Sandra colocó a su novia de espaladas a ella y la empujó contra la puerta. Sus hábiles manos, recorrieron lentamente el cuerpo desnudo que tenía enfrente, repartió los besos con bastante acierto entre la cabeza, el cuello y el lóbulo de la oreja, mientras sus manos seguían bajando hacia las caderas.

-          De poco te va a servir haber apagado las velas, porque esta casa va a arder…. – susurró Sandra al tiempo que su lengua jugaba con el lóbulo de la oreja izquierda ajena.

Lore se giró ante la amplia sonrisa de su acompañante, acarició sus muslos y acercando el cuerpo de esta, añadió:

-          Pues que arda, pero que arda ya. – y acto seguido se enredaron de nuevo en besos, abrazos y caricias cada vez más intensos y de mayor profundidad.

Ya en la cama, Sandra pasó de los pezones en los que estaba centrada, para llegar a la entrepierna; acarició muy suavemente los muslos separando las piernas para abrirse camino, dejó unos besos cortos en el clítoris hinchado de Lore y abarcó con la lengua aquel lugar inexplorado hasta conocerlo de memoria. Lore contribuyó a aquello con repetidos gemidos, que fueron en aumento en el momento en que uno de los largos dedos de Sandra entraba en ella provocándole un estallido que le hizo agarrarse a la almohada.

En el momento en que Lore no pudo aguantar más, agarró la cabeza de Sandra apremiándola a besarla para acallar el grito del orgasmo que le había acercado peligrosamente al cielo.


El día no pudo ser mejor, tras el primer orgasmo, habían venido muchos más, ya que cuando una pensaba estar demasiado agotada para otro asalto, una caricia ajena despertaba nuevamente el animal primario y una mirada tierna, el amor que sentían y querían demostrar hacia la chica que tenían delante.

Despertaron abrazadas, tras haber dormido poco más de dos horas, y prepararon un desayuno contundente con zumo, tostadas, café y algo de fruta.

-          No he desayunado tanto desde que era pequeña.
-          Sigues siendo pequeña
-          Muy graciosa – Lore hizo una mueca a Sandra y terminaron de desayunar mientras veían la tele.


Tras recoger la casa y una larga despedida, Sandra volvió a casa sabiendo que ese día permanecería siempre archivado en su memoria como uno de los mejores y más importantes de su vida.

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