que no iba a escribir
otra poesía sobre volar,
vibrar, gritar o desgarrarse.
Que ya estaban muy vistos
los versos de amor,
los deseos inabarcables
y las noches en vela...
Juré
que no mentiría en un poema...
Que este no sería para ti,
que ya no haría pareados.
Pero me pesa el bolígrafo
y ya es hora de admitir
que escribo en las estaciones
donde pierdo los trenes,
que hace años que uso recuerdos
de tinta roja
para este desastre,
que ya no hay poesía sincera,
que nunca hubo poetas cuerdos...
Juré
que en mis cuadernos no habría espacio
para dudas,
pero sigo corrigiendo tachones,
ansiando ocultar aullidos
entre líneas,
dejarme ser...
gozar...
temblar...
abrir las alas.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: