No tan lejos de mí,
no tan cerca de ti,
y a tres susurros exactos de ese deseo idílico…
Ser más yo contigo de lo que fui en la vida,
sin saber
cómo reír en tus labios.
No siempre fui poeta de amores envenenados,
aunque, como musa,
te queda bien
hasta el más oscuro de mis poemas.
No tan cerca de mí,
no tan lejos de ti,
y a tres versos escasos de un futuro idílico.
Me saben mal las despedidas,
pero este verso tiene que acabarse
para poder revivir en tus brazos.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: