en el refugio frío de mi almohada,
en el abrazo fantasma de la sábana.
Aprendí a tejer la oscuridad,
hasta quererme bien en ella
y encontrarme entre tinieblas
resucitando mi luz.
Desoí consejos huecos de cariño.
Escuché el crujir de mi cuerpo,
hablando de cargas pasadas.
Liberé la mente de expectativas.
Me entendí descalza
y conseguí equilibrar mis pesos,
coordinar mis pasos...
Si no me ayudo a mí,
tampoco ayudaré al resto.
coordinar mis pasos...
Si no me ayudo a mí,
tampoco ayudaré al resto.
Y así es la vida:
o te aferras, para aprenderte en ella,
o te sueltas, hasta encontrarte en ti
y construir camino.
Javier Noval (Flickr) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: