que mi sistema nervioso había olvidado
la sensación de seguridad,
que no conocía la calma,
que vivía en alerta constante...
siempre en guardia,
por si algo salía mal.
Hasta que un día,
te acercaste lo suficiente...
Y en un abrazo,
acallaste esos monstruos invisibles.
Por eso me asusto,
por eso a veces... te temo,
porque contigo las murallas no funcionan,
mi coraza
quiso hacerte refugio...
y contra eso
no tengo armas ni alarmas
que valgan.
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Foto de Sandra García |