viernes, 2 de agosto de 2013

Lore y Sandra - cap. 9



Cap. 9

A apenas dos milímetros de rozar sus labios, Lore agachó la cabeza apoyándola en la frente de Sandra, que de igual modo sentía la frustración de aquella sacudida que las palabras de Fran habían provocado en “Su momento”

-          Que oportuno tu hermanito

Se miraron a los ojos con bastante seriedad reflejada en la cara, pero no tardó en aparecer la risa. Ambas rompieron a reír a carcajadas liberando la tensión del momento.

Se acercaron a la cocina, donde la madre de Sandra ya había colocado la mesa para cuatro personas. Lorena sonrió a Sandra haciendo un gesto de “ha sido ella, no tengo escapatoria”. Sandra, que había ido a por la cazuela con los macarrones mientras su hermano terminaba de colocar los cubiertos, recibió aquella mirada y negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior, con esa cara de “no tiene remedio” trataba de agradecer en silencio a su madre todo lo que hacía por ella.

La comida transcurrió con normalidad, Fran habló de Baloncesto, como solía hacer, y las demás asentían sin hacerle demasiado caso, cada una ensimismada en su propio mundo; Lore y Sandra en un juego de miradas, seguido por Lola, quien no perdía detalle de la conversación sin palabras que mantenía su hija con Lorena.

Cuando acabaron, Fran se fue al salón a ver un poco la tele, dejando a Lore, Sandra y Lola solas en la cocina.

-          Estaba todo riquísimo, Lola, muchas gracias
-          De nada, me alegro que te haya gustado.
-          Pelota – susurró Sandra dándole una pequeña patada por debajo de la mesa a Lore
-          Bueno, creo que me voy a ir ya, que mi madre estará preocupada
-          Buenas noches – dijo Lola con una gran sonrisa

Dicho esto, se levantaron y Sandra acompañó a Lore hasta la puerta mientras Lola se unía a su hijo en el salón.

-          ¿No me acompañas? –dijo Lore con la voz más sugerente que pudo
-          Creo que sabes llegar sola
-          Pero me puede pasar algo por el camino…
-          Payasa – Dijo Sandra, sonriendo
-          Está bien, te veo mañana
-          Hasta mañana
-          A no ser que vuelvas a no querer verme

Sandra agachó un poco la cabeza, después la miró y le soltó un corto beso en los labios

-          Hasta mañana – Dijo cogiéndola aún de la cintura
-          Si vas a seguir así me quedo…

La soltó, se dieron otro pequeño beso en los labios y cerró la puerta tras Lore, quien permaneció unos segundos apoyada contra la pared del pasillo antes de salir de la casa con una ancha sonrisa en la cara.

El mismo gesto lo repetía Sandra ya en el interior de su habitación, con los ajos cerrados y una sensación de relajación que invadía su cuerpo de pies a cabeza.


Lola pensó en ir a hablar con su hija en repetidas ocasiones, pero prefirió dejar que fuera ella quien se decidiera a contarle lo que sucedía entre ella y su “amiga”, sonrió al pensar aquello, ya que Sandra de pequeña siempre llamaba así a los novios de Lola. Se quedó en el sofá viendo la película de la tarde, sin hacerle demasiado caso, ya que suelen ser repetidas o muy parecidas a las del día anterior.
En la habitación, Sandra estaba medio adormilada en la cama mirando al techo pensando en lo bien que se sentía y lo cerca que había estado de perderlo por su propio miedo a un fracaso futuro. Un sonido la sacó de ese estado de trance, su móvil, se levantó a buscarlo aún con esa sonrisa tonta en la cara y, cuando lo cogió, transformó esta en una gran sonrisa de felicidad que ocupaba toda su cara mostrando sus dientes. 

Eres mala, pero me encanta ;) Te veo esta tarde en el parque?”

Sus mejillas se cubrieron de un rojo intenso y su cara dibujó una sonrisilla mientras se mordía la uña del dedo índice. 

No tengo remedio, pero tú tampoco =) A las 6?”

“Hecho :)


17:30 en casa de Sandra

Sandra estaba bastante nerviosa, se había duchado con el gel que más le gustaba (uno de frutos rojos que deja el olor en la piel), se había vestido con su camiseta preferida y los vaqueros nuevos. Había preparado todo para que fuera perfecto, no sabía si considerarlo una cita, pero fuera lo que fuese, debía ser inolvidable. Al fin y al cabo, era una especie de reconciliación ¿no?

El parque estaba cerca, así que no era necesario prepararse tan pronto, pero Sandra estaba impaciente por que llegara la hora y sus nervios habían hecho que se preparara en tiempo record, más teniendo en cuenta que se había probado más de cinco conjuntos diferentes.­­

Lola, que había observado cómo su hija se movía del baño al su habitación y viceversa, se extrañó al verla tranquila, sentada en el sofá viendo la televisión. 

-          ¿Tanta prisa para vestirte para ver la tele?
-          He quedado
-          ¿Con quién? ¿Con alguna “amiga”, eh?
-          Con Lore
-          Bueno… Respuestas cortas, esa mirada perdida…
-          Estoy viendo la tele
-          ¿Sí? ¿Desde cuándo te gusta a ti la natación? Jejeje
-          Que sí, mamá
-          ¿Y qué tal van? ¿Quién gana?
-          Cuando lleguen los anuncios – respondió Sandra sin haber escuchado nada de lo que su madre decía.
-          Estás tontita ¿eh?
-          ¿Eh? ¿Qué? – reaccionó Sandra
-          Nada, hija. Este año, que se ha adelantado la primavera…
-          Ya... sí, mamá… ¿Qué hora es?
-          Las 6 menos cinco – “Mírala, en su mundo” pensó
-          Mierda, llego tarde.
-          Adiós, te quiero
-          Y yo – Contestó bastante apurada.

Dicho eso, salió corriendo hasta el parque, “joder, con la tontería se me ha ido la hora, joder, joder, joder…”. Llegó al parque y Lore aún no había llegado, respiró hondo y se sentó en el banco a esperar.


17:30 en casa de Lorena

-          A ver.. La toalla... Aquí. La crema, listo... Solo falta....¡Mamá! ¿Dónde está la camiseta negra de tirantes? – Gritó desesperada desde su habitación
-          En el armario – Se acercó a la puerta, donde vio a su hija revolviendo los cajones, con toda la ropa por el suelo. - ¿A dónde vas tan arreglada?
-          He quedado mamá, y tengo prisa, que si no, no llego. ¿Traes la camiseta?
-          Aquí la tienes – se la dio - ¿Con quién has quedado?
-          Con una amiga mamá, ¿Estoy guapa? – Se paró ya vestida y fijó la mirada en su madre
-          Mucho, hija.
-          Por cierto mami, ¿me dejarás hasta más tarde hoy, no?
-          ¿y eso por qué?
-          Porque no he salido en toda la semana – dijo poniendo pucheros
-          Bueno, ya veré. Te llamo.
-          Gracias, mamá. Te quiero. Adiós – y cerró la puerta al salir.

El camino hasta el parque era algo más largo que desde casa de Sandra, pero merecería la pena. Llevaba la mochila preparada, se había puesto guapa, había preparado la lista de reproducción… Sería una cita genial, o una velada, una tarde… Lo que fuera, sería genial.

Por el camino fue muy nerviosa, no le gustaba llegar tarde, pero no quería sudar, por lo que no podía ir demasiado rápido. Además empezaba a acecharle el miedo; en su mente se sucedían preguntas sin respuesta del tipo “¿Cómo la saludo? ¿Cómo le planteo lo que quiero hacer? ¿Es una cita? ¿Qué estará pensando ella? ¿Y si no va y me da plantón?...”

Finalmente llegó un poco tarde, pero se encontró a Sandra sentada en el banco de siempre, aparentemente jugando con el móvil. Al verla allí sentada, se le pasaron todos los miedos, sólo podía pensar en lo memorable que tenía que ser esa tarde, en que seguramente supondría un cambio en su vida, o más bien, en el de ambas.

-          Hola, fea, llegas tarde – levantó la vista justo cuando Lore pretendía asustarla por la espalda
-          Perdón, he estado preparando las cosas.
-          ¿Qué cosas?
-          Ya lo verás, ¿vamos?
-          ¿A dónde?
-          Sígueme y lo ves, impaciente.
-          Vale, vale, mandona. – Lore le agarró de la mano y tiró de ella para que la siguiera, pero esta paró en seco – Pero tengo un problema
-          ¿Qué pasa? – Se preocupó Lorena

Se quedaron allí paradas bajo la sombra del árbol, mirándose a los ojos. Sandra con una mirada muy seria al lado del banco, cogiéndola de la mano, Lorena, con el brazo estirado y el cuerpo girado para mirarla. Su cara reflejaba la sorpresa y la preocupación que aquel parón habían provocado en ella, sus ojos no dejaban de escrutar los de Sandra esperando una respuesta o una calma que no hallaba.

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