Las
paredes hablan,
el fuego
quema,
el
tiempo apremia,
la
lluvia cala los huesos…
Pasamos
la vida pensando
en
absurdas escusas
que
consigan
echar
balones fuera.
Personificamos
los errores,
para
poder culparlos
y
limpiar nuestras consciencias…
Pero, al
final,
ningún
refrán
va a
pagar nuestras deudas.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: