sábado, 24 de diciembre de 2016

Casa

Ella se fue a buscar raíces
y ya no vuelve a casa.

Dice que entre estas paredes
jamás encontró refugio,
que ningún villancico le ayudó a dormir.
Dice que el Sol es su único acompañante leal,
que la noche es su mejor escenario
y su corazón sigue en pie de guerra.

Ella marchó buscando un futuro
y ya no vuelve a casa.

Dice que ha madurado,
que se ha vuelto más dura,
de piedra, aunque sólo por fuera.
Dice que ahora le cuesta menos entenderse
y a mí más entenderla.

Ella marchó buscando realidades
y se le ha quedado pequeña
                                               mi casa.


jueves, 22 de diciembre de 2016

Salvajes

Somos perros de caza;
animales de presa…

Esperamos, enjaulados,
el día que nuestro amo decida
abrir las jaulas, dejarnos “libres”
y ordenarnos cazar al resto de sus mascotas.

Nos sacan de paseo sin correa,
cuando ya nos han hecho creer
que estamos en el bando de los buenos,
que “los otros” vienen a quitarnos lo que es nuestro...

Dejamos
que nos afilen los dientes;
nos creemos únicos,
mejores que el resto, los elegidos...

Ingenuos.

No somos más que gallos de pelea.
Nos visten,
con traje y corbata, para identificarnos…
y nos lanzan a su rin,
instándonos a defender nuestro honor,
asegurando que el otro pobre animal
fue quien nos arrebató de brazos de los nuestros.

Carniceros,
Nos usan para hacerles el trabajo sucio
y no mancharse las manos.

Saltémosles al cuello,
en cuanto se acerquen a acariciarnos de nuevo,
que prueben nuestros dientes,
dejemos de ser civilizados.

Al fin y al cabo,
siempre fuimos animales,
pero antes de que el domador llegara
nuestro único rin era esa selva
y son ellos
quienes tratan de borrarla
a golpe de talonario.


sábado, 3 de diciembre de 2016

Finalmente...


Se me atragantan los días
de esta guerra fría contra mi almohada.
Las luchas de insomnio
dejan resacas de café aguado
y marcas imborrables en la historia;
las páginas de este libro
no volverán a ser lo que eran…

Se taponan las horas,
mientras el reloj se ríe
en su adicta obsesión de recordarme
que él no tiene ninguna prisa.
Frente a las cortinas,
le doy la espalda a una ventana
que parece dibujar cada día el mismo cuadro.
Como Munch y sus chicas del puente,
esperando tener una copia perfecta,
para el día que el viento
decida tirar del árbol esa última hoja.

Nunca supe escribir finales,
pero hay algunas historias,
que se terminan solas.


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