sábado, 3 de diciembre de 2016

Finalmente...


Se me atragantan los días
de esta guerra fría contra mi almohada.
Las luchas de insomnio
dejan resacas de café aguado
y marcas imborrables en la historia;
las páginas de este libro
no volverán a ser lo que eran…

Se taponan las horas,
mientras el reloj se ríe
en su adicta obsesión de recordarme
que él no tiene ninguna prisa.
Frente a las cortinas,
le doy la espalda a una ventana
que parece dibujar cada día el mismo cuadro.
Como Munch y sus chicas del puente,
esperando tener una copia perfecta,
para el día que el viento
decida tirar del árbol esa última hoja.

Nunca supe escribir finales,
pero hay algunas historias,
que se terminan solas.


2 comentarios:

Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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