No me gustan los últimos capítulos,
ni las historias abiertas.
Detesto los puntos finales, las comas y las frases a punto de acabar.
Me he auto-convencido de que las puertas abiertas
se llevan bien con las ventanas torcidas,
que el aire mejora la respiración,
pero es malo para las alas.
Odio las despedidas y los segundos principios,
pero nunca me doy por perdida.
Creo en las segundas oportunidades,
en los para siempres, en las verdades absolutas
y en que el futuro siempre es cierto a medias.
Me peleo con las comas y los puntos suspensivos.
No soporto las cicatrices abiertas,
aunque me encanta rascar las postillas justo antes de curarse
y abrir pequeñas heridas para verlas sanar de nuevo…
Soy la mejor masoquista de la historia
o la peor de las curanderas suicidas.
Creo en las medias naranjas,
en los limones enteros,
en la otra mitad
o la cuarta parte...
Creo en el destino,
en las almas gemelas,
y en ese hilito rojo que nos unió hace siglos
y nos unirá algún día.
Recuerdo las vidas pasadas de todos personajes
que he creado en mi cabeza,
soy ilusionista, detallista y enamoradiza…
Pese a odiar las primeras citas.
Ironías de la vida;
yo, que no aguanto las contradicciones…
y no hay una sola certeza en mi vida
que no sea un sueño.

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: