Podría
escribir de tantas cosas…
Tendría que
reivindicar tanta basura…
Que no me da
el corazón, para almacenar tanta rabia.
Se atraganta
el poema entre mis dientes,
provocándome
arcadas, dolor, impotencia…
Pero, sobre
todo, ganas
de atacar,
con mi mejor arma, al gaznate
del dictador
psicópata,
que se llena
los bolsillos de familias rotas.
De alzar el
grito en pie de razón
y acabar con
la ley
que permite
y fomenta violaciones en manada.
Se me rasgan
las venas tan sólo al pensar
en seiscientas
personas huyendo de la guerra,
para
encontrar la frontera más grande de la historia:
la
ignorancia
de la
maldita (mal-denominada) xenofobia.
No me entra
en la cabeza…
que haya
quien valore más el sexo que a las personas,
que no se
mire más allá de la piel,
que se
juzgue siempre a tientas, sin sentido alguno…
Que si no te
matan por mujer,
lo harán por
extranjera.
Si no te
muelen por tus principios,
lo harán por
tus sentimientos.
Que no serán
felices, hasta que no te arruinen la vida
y te hagan
avergonzarte de ti,
de cada
paso, de cada beso, de cada canto…
¿Cuándo
llegará el día
en que se
avergüencen ellos
de sus
estafas,
de sus
mentiras,
de sus
delitos?
¿Cuándo nos
tocará a nosotras
retomar el
poder y decidir sobre el futuro?
¿Cuándo
llegará de
verdad el siglo XXI
y dejaremos
de vivir en las cavernas
creyendo que
mandan ellos,
cuando
ninguno se ha ganado el mando?