Reaparecer en la misma trampa, sin remedio.
Dejarse el corazón por el camino.
Perder… siempre perder, sin ningún motivo…
No obtener nunca las respuestas a tiempo.
Desconocer el código,
ignorar las señales.
Tocar fondo una y otra vez….
Vivir en el mundo secreto de los “para nunca”,
con la verdad podrida de los “hasta siempre”.
Ser el cero a la izquierda de cualquier ecuación;
permanecer siempre en el olvido.
Con tan sólo un futuro vacío por delante,
me prometo andar en línea recta el acantilado,
apagar todas las luces de emergencia,
y afrontar el adiós…
Con su mano fría abriéndose camino hacia mi pecho,
dejar la vida,
por última vez,
en el recuerdo.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: