Descubrí el
perfume del futuro,
la verdad de
las mareas,
las
respuestas más buscadas…
Vi de cerca
el paraíso.
Encontré paz
entre aventuras,
protección y
libertad en equilibrio.
Rocé el
cielo.
Alcé el
vuelo.
Fui feliz…
Por poco
tiempo.
Me duró poco
el sueño eterno.
Supo a
gloria cada verso,
pero no se
quedó en mis labios
el sabor de
ser
el destino
perfecto de este vagón a la deriva.
Siete meses
entre tus brazos,
treinta y
seis tú en mis puñales…
Y en nada
llega la centena,
con la misma
rabia,
con la misma
pena,
con el mismo
sueño;
volver a
caer rendida entre tus brazos,
dejarme respirar
en tu aliento,
sentir, una
vez más, tu fuego,
fundirme
contigo de nuevo…
¡Qué suba la
marea y se trague esta playa!
No queda un
solo rincón de mi orilla
que no se ahogue
en tus ganas.
Ocho años
sin tu nombre,
y aún sigues
derrumbando mis murallas.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: