Me pudo el miedo;
se perdió tu aliento.
En la orilla de este mar eterno, intento
recuperar el sueño que se diluyó en tu ausencia.
Nos robaron nuestros juegos sin malicia,
y la infancia no sobrevivió a este vuelo;
demasiadas turbulencias para salir a flote…
Mañana será otro día, sí,
pero en el mismo bote.
Me faltan fuerzas para escribir tu risa.
Sé que se la llevará una vez más la brisa
y volveremos a ser cenizas incendiaras,
desgarrando la mirada en plena huida,
dejando el rastro rojo-ira en la memoria y el presente
y derramando el alma sin barreras…
Cuando se bañe la luna en esta hoguera
ya no quedará París donde perderse.
Me arrodillaría de nuevo ante la sombra
de aquella noche fugaz en tu castillo.
Tú, que no creías en princesas
(ni llevando tu corona en la chistera),
despertaste la magia en tus pupilas
haciendo de cualquier rincón mi país de las maravillas.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
lunes, 19 de noviembre de 2018
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