jueves, 2 de enero de 2020

Preguntas

De pequeña preguntaba tonterías,
de esas que sólo importan a los niños 
y a los locos.

Entre risas y sin pararse a pensarlo,
me callaban con otro cuento bonito 
y algo de chocolate...

Unos años más tarde, 
me llegó el mejor regalo que he tenido nunca;
un hada de bata blanca y seudónimo simpático
dejó en mis manos un poder 
con grandes responsabilidades.

Así aprendimos a escribir,
me enseñaron a leer e imaginar,
nos animaron a soñar y reír a carcajadas.

Empecé a encontrar historias 
en los lugares más recónditos,
a reordenar mi diccionario 
para inventar nuevas palabras
y a manchar de chocolate todos los libros,
porque ya no había forma de callarme.

Ahora hablaban mis manos 
más alto que cuando era niña
y volvieron las preguntas en cascada,
como quien rompe una presa 
y espera con ansia el chaparrón.

Me dijeron que escribiera las respuestas,
que no dejara de buscar relaciones magia-efecto;
despertaron mi cerebro dormido
y dieron vida a los dragones de todos mis cuadernos.

Cuando creí hacerme grande,
dejé de preguntar porqué brilla la luna,
descubrí que el diccionario está pasado de moda,
me mordí la lengua en demasiadas ocasiones,
y escondí las alas de mis compañeros, 
por precaución.

Pero no os dejéis engañar por mi portada,
no he olvidado ninguna de las preguntas
a la espera
de que un día os dejéis de cuentos y chocolates
y, al fin, deis con mi respuesta.



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