Cap. 13
Ya en la cama, Sandra recibía un mensaje que
conseguía sacarle una enorme sonrisa. Como es de suponer, este mensaje era de
Lorena, quien no había podido aguantarse las ganas y le recordaba que cumpliría
su promesa de recompensarla, y añadía la enigmática frase de “igual hasta te gusta más que el plan
original”.
Lorena sabía que su mensaje
crearía varias preguntar y suposiciones en la mente de Sandra, pero eso era lo
que más le gustaba de las sorpresas. No tardó en llegar el mensaje exigiendo
más detalles acerca de esa noche que le había pedido que reservara para ella.
Al cual no contestó, creando que Sandra no fuese capaz de pensar en otra cosa
aquella noche.
La semana se pasó volando
mientras Lore terminaba los últimos detalles y Sandra se comía cada vez más la cabeza
con sus hipótesis. Finalmente llegó el viernes y ambas se presentaron puntuales
en la salida del túnel donde habían quedado.
Cabe añadir, que Sandra no tenía
ni idea de qué día se suponía que sería la esperada sorpresa, y hasta donde
ella sabía, aquel día habían quedado para ir al cine a ver la última de Lobezno
aprovechando que Lore tenía entradas gratis.
-
Antes del cine tengo que pasar por casa, que he
olvidado coger las entradas.
-
Vale, no hay problema, tenemos tiempo.
-
¿Ya está? ¿No me riñes ni te burlas de mí?
-
No, ya estoy acostumbrada a tu olvidadiza
memoria.
Se besaron y caminaron hacia casa
de Lorena sonriendo mientras hablaban del tráiler de la película que se suponía
que iban a ver.
Una vez en la puerta, Lore no
pudo reprimir una sonrisilla al imaginar la cara que pondría Sandra al verlo,
por lo que agradeció ir la primera y no haber desvelado la sorpresa.
Como era de esperar, la cara de asombro de Sandra era digna de enmarcarla, por no hablar de que se había quedado
paralizada en hall. Lore se quedó
mirándola a la puerta del salón, para poder observar su cara al contemplar cada
detalle de aquella casa.
Lore había pensado en todo al
prepararlo: en el suelo, unas flechas azules perfiladas por velas, alumbraban
todo el pasillo. Sandra las siguió con cuidado de no pisarlas. En las paredes,
Lore había cambiado las tres fotos que solía haber de su familia por imágenes
suyas, una era una foto cogidas de la mano que se habían hecho al segundo día
de conocerse, otra era un dibujo a lápiz que mostraba su primer beso, y la
tercera era el poema enmarcado por el cual estaban juntas de nuevo (el que
encontró Lore en la habitación de Sandra tras desordenarla entera cuando le
dijo que no volverían a verse).
Las flechas conducían al salón,
cuya puerta estaba cerrada y sobre la cual estaba apoyada Lore mientras miraba
embobada la reacción de su chica.
-
Gracias, es…. Es perfecto, cariño. – le abrazó y
se besaron – No tenías que haberte molestado tanto… es… me encanta. – Sandra no
sabía qué decir, aquello no estaba presente en ninguna de las hipótesis que
había creado.
-
Pues aún no has visto ni la mitad. – nueva
sonrisa pícara de Lore, quien tiró suavemente de Sandra a la vez que abría la
puerta y le arrastraba dentro del salón.
Esta vez, Sandra se quedó
completamente sin palabras, el salón estaba envuelto en una luz muy tenue
proveniente de más velas que rodeaban una camilla en mitad de la habitación. El
aire olía a incienso y vainilla, que supo de dónde provenía al ver un par de
varillas flanqueando un enorme frasco de aceite de masaje.
Lore besó a Sandra para que no
dijera nada y la condujo dulcemente a la camilla.
-
Bueno, el aceite pringa un poco, así que es
mejor que te quites la ropa. – sonrió y le tendió unas bragas desechables a
Sandra.
Sandra seguía de pie, quieta,
mirando a Lore mientras sostenía las bragas en la mano.
-
Está bien, te ayudaré yo – dijo Lore, y empezó a
desnudar a Sandra con suavidad.
Entre besos y caricias,
terminaron entre las dos de preparar a la masajeada y tumbarla bocabajo.
Lore encendió la música, cogió el
aceite y durante una hora, se concentró en dar el mejor masaje que sabía dar,
recreándose en las sensaciones y las respuestas del cuerpo de su novia, que se
erizaba y relajaba bajo la palma de sus manos.
…
Terminado el masaje, Sandra se
levantó despacio mientras Lore se lavaba las manos. Cuando estuvieron lo
suficientemente cerca, se besaron y abrazaron con fuerza.
-
El mejor masaje de mi vida. – beso – eres la
hostia.
-
Shh, bésame. – otro beso, abrazos, caricias
- Solo hay un problema,– la cara de Lore cambió
sutilmente más tensa mientras preguntaba con la mirada – que aquí sobra mucha
ropa
Dicho esto, tiró de la camiseta
de Lore mientras ella se desprendía rápidamente de su pantalón.
Sin añadir más palabras, y
ocupando sus lenguas en largos y apasionador besos, Lore guió a su pareja a la
habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.
- Solo lo preguntaré una vez, ¿estás segura de
esto? – preguntó Sandra a escasos centímetros de los labios de Lore.
-
Sí – agarró la nuca de su chica acercándola al
juego que sus lenguas ya conocían.
Con un par de movimientos, Sandra
colocó a su novia de espaladas a ella y la empujó contra la puerta. Sus hábiles
manos, recorrieron lentamente el cuerpo desnudo que tenía enfrente, repartió
los besos con bastante acierto entre la cabeza, el cuello y el lóbulo de la
oreja, mientras sus manos seguían bajando hacia las caderas.
-
De poco te va a servir haber apagado las velas,
porque esta casa va a arder…. – susurró Sandra al tiempo que su lengua jugaba
con el lóbulo de la oreja izquierda ajena.
Lore se giró ante la amplia
sonrisa de su acompañante, acarició sus muslos y acercando el cuerpo de esta,
añadió:
-
Pues que arda, pero que arda ya. – y acto
seguido se enredaron de nuevo en besos, abrazos y caricias cada vez más
intensos y de mayor profundidad.
Ya en la cama, Sandra pasó de los
pezones en los que estaba centrada, para llegar a la entrepierna; acarició muy
suavemente los muslos separando las piernas para abrirse camino, dejó unos
besos cortos en el clítoris hinchado de Lore y abarcó con la lengua aquel lugar
inexplorado hasta conocerlo de memoria. Lore contribuyó a aquello con repetidos
gemidos, que fueron en aumento en el momento en que uno de los largos dedos de
Sandra entraba en ella provocándole un estallido que le hizo agarrarse a la
almohada.
En el momento en que Lore no pudo
aguantar más, agarró la cabeza de Sandra apremiándola a besarla para acallar el
grito del orgasmo que le había acercado peligrosamente al cielo.
…
El día no pudo ser mejor, tras el
primer orgasmo, habían venido muchos más, ya que cuando una pensaba estar
demasiado agotada para otro asalto, una caricia ajena despertaba nuevamente el
animal primario y una mirada tierna, el amor que sentían y querían demostrar
hacia la chica que tenían delante.
Despertaron abrazadas, tras haber
dormido poco más de dos horas, y prepararon un desayuno contundente con zumo,
tostadas, café y algo de fruta.
-
No he desayunado tanto desde que era pequeña.
-
Sigues siendo pequeña
-
Muy graciosa – Lore hizo una mueca a Sandra y
terminaron de desayunar mientras veían la tele.
…
Tras recoger la casa y una larga
despedida, Sandra volvió a casa sabiendo que ese día permanecería siempre
archivado en su memoria como uno de los mejores y más importantes de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: