sábado, 31 de mayo de 2014

La mente lo sabe - cap. 7



LA MENTE LO SABE
Una niña pequeña puede crecer, un árbol dar fruto, un animal morir, pero todos tienen una historia que contar, una vida (corta o larga) que narrar antes de viajar a otro mundo. Mónica contará su historia y nos introducirá al mundo de la belleza, a la destreza total de lo natural y a los secretos de la mente. Bajo la mirada y la protección de Shrilka, Mónica luchará por un motivo justo: volver a casa.

Capítulo 7 – Igualdad diferente

La batalla que Sharick y Mónica estaban manteniendo en sus respectivas mentes, era aún más dura que la que habían ganado contra aquellos seres. Mónica había cedido ante las palabras de Sharick porque sabía que jamás se perdonaría que tuviera razón y que, por su culpa, muriera Shrilka. La maestra, por su parte, daba vueltas a la idea de contarle a Mónica su historia, hablarle de la petición que le habían negado, de lo que realmente sentía y lo que quería hacer. Tanto una como la otra había obviado a su compañera mientras esa lucha interna tenía lugar, así que entre ellas reinó un silencio inusual hasta el momento que el que Sharick pidió a la joven aprendiz que saltara lo que parecían ser 10 metros de caída.

-         ¿Estás loca? Soy humana, ¿recuerdas?
-         Lo sé, Mónica, pero hazme caso, es la única forma de ayudar a Shrilka
-         ¿Y cómo estás tan segura? Ninguna de las dos ha conseguido contactar con él, ¿o tú sí has hablado con él?
-         No, no he hablado con él, pero ya te dije que tengo una teoría
-         ¿Y pretendes que me tire por un barranco por una estúpida teoría?
-         No es una teoría estúpida, Mónica, y estás empezando a hartarme, no quieres saltar, muy bien, no saltes… - y se lanzó al vacío sin añadir nada más.
-         ¿Sharick? ¿qué se supone que hago yo ahora?
-         ¡Salta, maldita sea! – le gritó Sahrick en su mente
-         Más me vale que tenga razón, si no… - y saltó la misma colina que momentos antes había saltado la maestra.

La caída se le hizo eterna, por lo que supuso que moriría nada más tocar el suelo, pero no fue así. Al parecer se trataba de un hechizo de ilusionismo que hacía que la caída pareciera mucho mayor de lo que era, ahuyentando así a cualquiera que tuviera intención de saltar.

-         ¡Estoy viva! – gritó feliz Mónica
-         No por mucho tiempo si sigues gritando – añadió Sahrick
-         Perdón – susurró la chica

Y pudieron, gracias a las habilidades de Mónica en el arte del sigilo y a las capacidades naturales de Sharick, atravesar aquel lugar en completo silencio.

Llegaron así a una llanura, la niebla que les había dificultado en la batalla, había desaparecido, no parecía que hubiera nadie cerca y no parecía haber ningún posible escondite que ocultara a Shrilka y otro oponente.

-         Creo que te has equivocado en tu teoría…
-         Calla

Ambas hablaban aún en susurros, aunque Mónica seguía sin entender por qué.

-         No digas nada – dijo Sharick tapándole la boca a Mónica, y con un suave gesto giró el cuello de esta hasta lograr el punto exacto – allí, mira

Mónica entrecerró un poco los ojos, frunció el ceño y fijó su mirada lo más lejos que pudo sin ver nada, a punto estaba de darse por vencida cuando pudo distinguir un destello plateado.

-         No preguntes, sólo sígueme, y por tu madre, no hagas ruido

Siguiendo muy de cerca a Sharick, se fueron acercando poco a poco hacia donde habían visto aquel destello. Mónica se moría de ganas por saber qué era, sabía que no podía tratarse de Shrilka, pero por alguna razón, Sharick parecía pensar que allí encontrarían, si no al dragón, una pista que les llevara hasta él.


Mientras, la pelea entre los dos dragones estaba desquiciándoles

-         Hermanito, ¿quién te ha enseñado esos movimientos? Y no digas que no ha sido nuestro padre, ambos sabemos que les aprendimos juntos siendo pequeños.
-         Yo no tengo padre
-         Pues contesta a mi pregunta
-         Prefiero dejar que contesten mis garras – respondió Shrilka con un golpe directo al vientre
-         Eso es un golpe bajo, hermanito – bufó Ransrik

Ransrik y Shrilka mantenían una batalla bastante equilibrada, tanto, que parecía más probable que la victoria fuese para aquel que más tardase en desangrarse, que para quien dominara a su rival.

El cuerpo de un dragón es fuerte, las escamas lo hacen más duro y resistente que cualquier armadura humana, pero aun así, como todo animal, los dragones tienen puntos débiles; la membrana que cubre las alas es fácil de cortar, el vientre tiene menos escamas que lo protejan, además de que los órganos están más cerca de la piel en la parte del vientre que en el lomo… Esto era conocido por los dos, puesto que se enfrentaban con un oponente de su misma raza, pero el problema era que precisamente por saberlo, no podían usarlo a su favor en la lucha. Por otra parte, los dos habían ido adquiriendo conocimientos de lucha a lo largo de los años, pero en eso también estaban bastante igualados, ya que la diferencia de edad era, tan solo, de dos años y medio, minucias para un dragón.

Cada vez que Shrilka se disponía a atacar con alguna de las maniobras ya establecidas que conocía, Ransrik se adelantaba a sus movimientos y conseguía esquivar el golpe. Lo mismo pasaba con los ataques de Ransrik a Shrilka. No obstante, sí habían conseguido herir a su contrincante; Shrilka tenía un ala dislocada por la fuerza con la que Ransrik le había empujado contra un saliente en la tierra, pero la respuesta de Shrilka había causado una gran hendidura en el cuello de Ransrik provocada por una mordedura. Ambos tenían grandes surcos ensangrentados en el vientre, en la cara e incluso en el lomo, todo ello a causa de las garras de su contrincante.

Shrilka había estado muy ocupado en esta encarnizada batalla, así que no había podido contactar con las chicas. No obstante, en un momento en el que Ransrik parecía estar descansando los doloridos músculos tras el empujón de Shrilka, decidió aprovechar para contactar con Sharick, seguro que algo se le ocurría para ganar aquel enfrentamiento.

-         ¡Sharick!

No hubo respuesta. Demasiado lejos, pensó el dragón.


Maestra y alumna habían conseguido acercarse lo suficiente como para distinguir que esa figura, que habían visto bajo el reflejo del sol como un leve destello, era del mismo tamaño que el dragón que buscaban, lo cual confirmaba la teoría de Sharick.

-         Creo que es mejor que sepas cuál es la teoría que acabo de confirmar…
-         Creo que puedo imaginármelo

Sus voces eran apenas audibles, pero ambas reflejaban lo mismo; por una parte miedo, sí, pero sobre todo, odio.

-         ¿Shrilka te ha hablado alguna vez de su familia?
-         La única familia de Shrilka soy yo, de ahí mi apellido, pero si te refieres a los dragones níveos que dicen ser padre y hermano de mi compañero, sí, me ha hablado de ellos.
-         Entonces no tengo más que añadir, sabes a qué nos vamos a enfrentar

Dicho esto, corrieron ambas hacia aquella masa que iba adquiriendo forma y definición según se acercaban.

Al igual que Shrilka, Ransrik podía percibirlas mucho antes de que llegaran, pero el lazo que unía a Mónica y “su” dragón era especial, como ya había dicho ella, eran familia. Shrilka supo de la presencia de las chicas un minuto antes que Ransrik, por lo que pudo reaccionar antes que él y consiguió así despistarle lo suficiente como para que las chicas se acercaran por su espalda y le asestaran un par de golpes en una de las patas traseras.

-         Deberíais iros
-         ¿Y dejarte aquí con él? Nunca
-         Yo también te quiero, peque, pero es poderoso, no quiero que te haga daño
-         Le hemos herido una pata y Sharick está intentando lanzarle un hechizo
-         Sabes tan bien como yo que su pata sanará en breve, la fuerza de un dragón es superior a otras especies.
-         Pero no es superior a la tuya y la mía juntas.

Ante la seguridad de Mónica, Shrilka supo que no debía añadir nada más, ella tenía razón, la única forma de salir de allí con vida, era hacerlo juntos.

viernes, 30 de mayo de 2014

Baile de sillas - cap. 6



BAILE DE SILLAS

Esta historia trata de una chica algo frustrada cuyo único sueño es bailar. Lo consigue al llegar al instituto nuevo en LA, la única pega es que para hacerlo ha tenido que mentir. Cuando llega al instituto ha tenido un problema en las piernas y va en silla de ruedas, al principio piensa que es un gran problema, pero descubre que gracias a ello encaja a la perfección y es totalmente aceptada por sus compañeros, cosa que rara vez le había pasado. Pensó que era su silla de ruedas lo que gustaba a la gente, así que aunque ya no necesitaba la silla, la seguía usando. Estuvo bailando con ella, cantando y encajó perfectamente en un grupo que se hizo famoso, no solo en el instituto, sino también a nivel estatal. Es en ese grupo donde conoce a una chica de la que se enamora, aunque al principio hay problemas por su miedo al rechazo, finalmente salen juntas y todo es perfecto, hasta el momento en el que la descubre bailando de pie y todo se desmorona. ¿Qué hará esa chica al saberlo? ¿Y la protagonista, volverá a bailar?



Cap. 6-

Al final sí fui al ensayo, aunque no debería haberlo hecho; ¿queréis saber por qué? Ahora os lo cuento:

Según entré por la puerta sentí la mirada de todos fija en mí. Sigo sin saber exactamente por qué, ya que yo no había hecho absolutamente nada malo, me había limitado a hablar con una compañera de clase. ¿Qué hay de malo en ello? Vale, admito que me contó cosas de Aly que quizás ella no quisiera que supiera, pero tampoco yo la voy a juzgar sólo por lo que diga Marie. Eso sí, y supongo que alguno lo habréis pensado, no entiendo cómo puede seguir Marco tan engañado, ¿quizá piense que es bisexual? No sé, esto se está poniendo muy raro…

Siguiendo con el ensayo, estuvimos ensayando la coreografía, pero no fue como siempre, claramente algo pasaba y yo no sabía el qué. De normal, en los ensayos añadíamos algún movimiento improvisado que daba mucha vida al baile y quedaba de lo más natural, además hacía que ninguna representación fuese igual y que muchas de las “bobadas” que hacíamos se incorporara a la coreografía en futuras interpretaciones. Esta vez, por el contrario, se hicieron movimientos mecánicos, sin apenas sentimiento, sin espontaneidad, todo muy soso para lo que acostumbrábamos…

Esto me dio que pensar, pero no quise decir nada, el aire estaba demasiado tenso, me dio hasta miedo.
Cuando habíamos bailado la canción tres veces seguidas y estábamos todos agotados, en vez de ir un rato a la cafetería a tomar algo todos juntos, cada uno se fue por su lado sin hablar y se tomó su tentempié a solas. Yo no había llevado nada, así que me quedé allí mirándoles sin decir nada, sin entender nada…

Aly entró al baño y decidí que tenía que hablar con ella, así que la seguí hasta la puerta y allí me quedé esperando.

-          Aly, espera, creo que deberíamos hablar, ¿qué pasa? ¿por qué la gente no se habla? ¿Por qué este cambio? Sólo he hablado con ella, es una versión, nunca he oído la tuya, así que no puedo creerla.

Aly no contestó al instante, sino que se quedó mirando fijamente a Sofía durante unos segundos antes de apartar la mirada algo avergonzada y susurrar una frase inaudible.

-          Perdona, no te he oído ¿qué has dicho? – trató de sonar lo más amigable posible Sofía
-          He dicho que este no es un lugar para hablar esas cosas, que no me sigas al baño.
-          Va…vale… lo siento, pensé que preferirías hablar en privado que delante de todo el grupo.
-          Ese es el problema, tú nos ves como un grupo, para mí son mi familia.
-          ¿Cuál es la diferencia?
-          Que no oculto nada a mi familia. – cambió la expresión seria y cansada que había mantenido por una sonrisa tímida – ven.

Dicho y hecho, Aly empujó mi silla hasta el centro de la pista, donde solíamos reunirnos en corro a hablar.

-          Reunión familiar, chicos.

Todos se congregaron alrededor de nosotras bastante más animados que antes, ya que suponían (al igual que yo) que eso significaba el final de la discusión, vamos, que se arreglaban las cosas y volvían a ser como antes.

Pero, como he dicho antes, ojalá no hubiera ido al ensayo. Aly se puso en pie en el centro de aquel círculo de personas, pronunciando en voz seria y grave un discurso digno de una líder:

-          Familia, nos hemos criado juntos, sabemos cada secreto, cada caída y cada tropiezo de nuestros compañeros. – todos asintieron – Hace tres años decidimos llamar a esta familia “Rollernoters” y desde entonces hemos vivido cosas grandiosas. – Fue girando para mirar a la cara a cada uno de los presentes uno por uno – En las caídas, nos hemos apoyado; en los fallos, nos hemos ayudado; en las malas decisiones, hemos estado ahí; en los malos momentos, en los momentos de bajón, en los suspensos, en las broncas, en las enfermedades… - llegó a mi cara – Pero no todos hemos estado ahí, no todos sabemos nuestro pasado, no todos valoramos esta familia más que nada, no todos…
-          Aly, te estás pasando – Salió Willow en mi ayuda.
-          No, no me estoy pasando, estoy diciendo la verdad. Ella no ha estado, no sabe lo que pasó, no sabe lo que sentimos, lo que sufrimos, los problemas que tuvimos y los esfuerzos que tuvimos que hacer.
-          No es justo, no estuvo, vale ¿y qué? ¿No nos ha ayudado todo este tiempo?
-          No, Will, agradezco que lo intentes, pero Aly tiene razón, debería irme. Lo pillo – le hablé esta vez a Aly – quieres que me vaya, podías habérmelo dicho antes, pero no, tú prefieres hacerlo en público, para que tu familia te apoye a ti. Lo entiendo. Adiós, chicos, gracias por estos días, han sido geniales. Suerte en la representación.

Salí de allí sin mirar atrás, no sé qué pasó después allí, ni quiero saberlo. Se ha acabado.

-          ¿Sofía, estás ahí? Siento entrar así, me ha abierto el botones.
-          ¿Marie? ¿Qué haces tú aquí? 

-          Bueno yo… 
-          La he llamado yo – apareció Buffy (la hermana de Willow) a su espalda 

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