Sé que hay mucha gente que no
cree en la magia, pero yo no puedo dudar de que exista. No, porque he visto esa
sonrisa que regalas al mundo en cada foto, la que luces inconscientemente
cuando piensas en “esa personita especial”, la que dedicas a un desconocido
cuando te lo presentan o esa con la que me recibes siempre que nos vemos. Amiga
mía, eso es la magia, no cabe duda.
Supongo que no te lo he dicho
nunca, porque es una de esas cosas que nunca se dicen por miedo a que se mal
interpreten, pero hay algo en tu sonrisa que cambia un poquito todo lo demás.
Lo hace mejor, más agradable.
Y créeme, no sabes el poder que
tiene esa magia, no sabes las veces que he dejado de creer en pasiones, amor,
sentimientos y relaciones, y con una sonrisa (no tiene por qué ser dedicada a
mi) has conseguido que vuelva a creer, que me levante y me dé cuenta de que la
oscuridad que me rodeaba se debía a que no había subido las persianas.
Así que gracias, gracias por
sonreír y por reírte conmigo de vez en cuando, gracias por ser una de mis
uniones con la alegría. Pero sobre todo, gracias por las veces que me dedicaste
una de esas sonrisas, porque son esos recuerdos los que resurgen en los
momentos clave y apartan las cortinas para iluminar mi vida.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: