miércoles, 2 de septiembre de 2015

En mi verano



En mi verano no entrabas.
No entraba tu risa,
tu canto,
tus locas ansias de comerme a besos…
Simplemente, no entraban.

Yo sólo buscaba un día tranquilo,
un desierto florado,
un sol con viento fresco;
no quería los excesos de los que haces gala,
no buscaba tus caricias sueltas,
ni tu olor amargo…

¡No!
En mi verano no entrabas.

Tú,
que revuelves mi mundo
de los pies a la cabeza,
que recorres descalza
mis más ocultos secretos,
y a hurtadillas te cuelas
en todos mis sueños.

Tú,
que con tan solo un beso
derretirías mi pecho
cubierto de  escarcha.

No,
en mi verano no entrabas.

Pero al llegar el otoño
levanté la mirada,
y, sin saber muy bien cómo,
despertaba en tu cama.

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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