Ella era un día gris
que llegaba siempre con lluvia
y se ocultaba del sol
entre las hojas caídas de los árboles.
Ella era pálida,
de cabellos canos y mirada profunda.
Era tristeza en estado puro
y energía concentrada.
Ella era de noches sin luna;
se sumergía en los charcos
tratando de perderse
y se adentraba en los bosques
para poder encontrarse.
Ella era mi tormenta de verano,
en otoño, invierno y primavera.
Vestía con ponchos de lana negra
y pantalón de pana claro.
Ella era las sorpresas de la vida,
mi sonrisa más sincera;
era fría y apagada,
como mi más tierna pesadilla.
Ella
vivía encerrada en mi espejo
dónde sólo yo la veía.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
lunes, 28 de septiembre de 2015
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