Sigo tratando de quitarme este temblor de piernas
las ganas de lanzarme en otro verso suicida
que te diga que no hay rima sin tu voz
ni canción que avive el ánimo sin tu risa.
A la distancia de un "te quiero",
gritado a voces entre balcones cerrados
o escondido en cualquier "te echo de menos".
Escribo por ansiedad manifiesta
de no tenerte cerca en esta luna nueva
que me deja a oscuras en plena madrugada de primavera.
Una hoja en la pared me dice que ya queda menos.
En mi pantalla, una llamada aguarda tu reflejo borroso.
Escenario preparado, comienza el siguiente acto,
repetimos los mantras:
todo va a salir bien (aunque te eche de menos),
quédate en casa (tan lejos de mi ventana)...
Y mientras reniego de la idealización del encierro,
sonrío y sigo esperando al otro lado
a que pase la tormenta
y podamos volver a bailar bajo la lluvia
sin dos metros de por medio.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
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