Cap. 12
Lore apretó la mano que agarraba
con fuerza entre las suyas en la oscuridad de aquella sala. Sandra giró la
cabeza de forma instintiva frente a ese gesto y lo correspondió con un corto
beso en los labios. Ambas sonrieron y Lore volvió a apoyar su cabeza en el
hombro derecho de su chica.
-
Me encanta esta parte – susurró Sandra
Lore subió la mirada hacia la
profundidad de esos ojos que ya conocía en detalle. Acarició suavemente el
brazo en el que estaba apoyada y volvió a mirar a la pantalla, aunque no estaba
prestando demasiada atención a la película. Le encantaba pasar las tardes
viendo películas o jugando con Sandra, porque al contrario que sus amigos,
ellas no necesitaban salir de fiesta ni beber para pasarlo bien. Por esto,
cuando los demás quedaban para ir de bares, ellas aprovechaban para pasar
tiempo a solas.
La película acabó, pero
permanecieron abrazadas en el sofá.
-
¿Te ha gustado la peli?
-
Sí – murmuró Lore
-
Jejeje ¿Ah, sí? ¿Y sabes de qué iba?
-
Eh….
-
Dime
-
Vale, me has pillado, no tengo ni idea…
-
Eres un desastre, ¿Qué excusa tres hoy?
-
Pues… - se mordió el labio mientras miraba
descaradamente los labios de Sandra – Es que tenía la mente en otro sitio…
Lore dejó un beso muy corto en
sus labios, se separó un poco y subió las cejas sonriendo de medio lado y
repitió de nuevo el gesto dejando otro beso, esta vez un poco más intenso pero
también fugaz, en los labios de Sandra.
-
Me encanta esa cara
- ¿Cuál, esta? – volvió a subir las cejas con la
sonrisa de medio lado a escasos centímetros de su novia.
-
Sí, esa. Me vuelve loca – besó a Lore
-
Pues vete buscando un psicólogo, porque la vas a
ver a menudo…
Lore empezó a besar el cuello de
Sandra, primero besos pequeños y cortos, para ir intensificándolos poco a poco.
Sandra se mordía el labio inferior reprimiendo un gemido, mientras Lore seguía
degustando aquel cuello que siempre le había apasionado, con solo acercarse ya
podía notar como se erizaba la piel y como se tensaban los músculos bajo sus
labios, haciendo que un escalofrío electrizara las terminaciones nerviosas de
Sandra, quien no podía resistirse a esas caricias.
-
Vamos a mi habitación – susurró Sandra con la
voz aún entrecortada
Sin añadir nada más, ambas
subieron las escaleras rápidamente. Se besaron nada más dejar atrás el último
escalón, sin dejar de hacerlo mientras Lore entraba la primera en la habitación
y Sandra cerraba con la punta del pie la puerta.
-
¿Estás segura de que no entrará nadie, no?
-
Sí, tranquila.
Lore terminó de quitarse la
camisa volvió a apresar la boca de Sandra mientras le ayudaba con sus
pantalones. Se acomodaron mejor en la cama una vez se encontraban ambas en ropa
interior y continuaron recorriendo cada centímetro de piel ajena dejando un
pequeño hilo translúcido a su paso. Era ahora Sandra quien saboreaba el cuello
de Lore subiendo al lóbulo de la oreja y provocando que Lore cerrara los ojos
en un gesto de placer.
Sandra quedó inmovilizada contra
la cama cuando Lore giró colocándose encima y agarrando las manos de su
acompañante sobre sus cabezas. Sandra levantó la cabeza tratando de probar de
nuevo los labios, ahora enrojecidos, de Lore, pero esta echó la cabeza hacia
atrás.
Una sonrisa pícara se dibujó en
su rostro mientras una de sus piernas se acomodaba entre las de Sandra. Empezó
a mover la cadera en un movimiento acompasado provocando un inmenso campo de
sensaciones en el cuerpo de Sandra, pero sobretodo en su entrepierna, que ardía
bajo el vaivén del muslo de Lore. No tardó en liberar las manos y desatar sin
dificultad su sujetador, dejando a plena vista y justo en frente de sí, dos
pechos pálidos que contrastaban con los erguidos pezones de color más intenso,
que no tardó en rodear con su lengua y sus labios archivando en la memoria cada
sensación, textura, sabor y emoción que aquel momento emitía y provocaba en su
chica.
-
RIING, RIIIIING, RIIING
-
No, Lore, no lo cojas… - continuó besándola
Sandra
-
¿Y si es mi madre? Quita, que tengo que coger
Sandra se dejó caer de nuevo, de
mala gana sobre el blando colchón mientras dejaba que Lore contestase al
teléfono.
-
¿Sí…mmm… quién es?
Sandra reanudó su expedición por
el cuerpo de su chica, provocando que la voz de esta sonara entrecortada
mientras trataba de apartarla de un manotazo.
-
Ho, hola, soy Miriam…
-
Ah! Esto… hola Miriam, ¿querías algo? – le
apremió Lore mientras Sandra acariciaba sensualmente su espalda.
-
Que… que vamos a ir a jugar un billar si os
apuntáis
-
Mmm, ¿qué, qué has dicho?
-
Oye, ¿interrumpo algo? Porque no me estás
haciendo ni caso. – Empezó a enfadarse Miriam
-
No, no, no… ¿por qué preguntas eso?
-
Joder, desde que estás con esta, estás rarísima…
En fin, ¿venís a jugar un billar o no?
-
Pues… Espera que se lo pregunto a esta – Obvió
el comentario sobre su actitud y miró a Sandra con una mirada que podría
haberla fulminado allí mismo.
-
Si me vas a mirar con esa cara, mejor vamos… -
dijo, y en voz baja añadió – que igual me muerdes y la zona es sensible..
-
Vale, vamos para allá, dadnos 5 minutos. – colgó
el móvil – Te voy a dar una que… – se volvió hacia Sandra con la mano en alto
-
¿Que qué? Anda dame un beso y vamos que ya me
has dejado con bastante calentón… – Se besaron una vez más y empezaron a
vestirse sin mucha prisa.
Mientras acababa de abrocharse el
pantalón, Lore se giró en dirección a Sandra, la abrazó por la espalda y con
voz muy melosa le susurró al oído:
-
Te prometo que te lo recompenso otro día, ¿vale?
-
Mmmm… vaaale, pero la próxima vez deja el móvil
en silencio
Y tras un largo beso, salieron de
casa y llegaron a donde habían quedado, que no estaba demasiado lejos.
…
Una vez en casa, Lore empezó a
darle vueltas a la cabeza, pensando en qué haría exactamente para sorprenderla
y a la vez recompensarla como había prometido. Sopesó el clásico de la gabardina
sin nada debajo, pero pensó que no quería que fuera solo sexual, al fin y al
cabo seguían en el instituto… Se le pasó por la cabeza preparar una cena
romántica o invitarla a un restaurante elegante, pero tampoco pensó que fuera
buen plan para gente de su edad, muy
cursy añadió. Miró a su alrededor, y vio la camilla de su madre. Genial, está claro. Lo preparo para el
viernes y sin problemas, además no hay nadie en mi casa, así puedo hacerlo “profesional”
Jejeje. En su mente todo empezaba a tener sentido, rebuscó en los cajones
de su mesa y apuntó en una hoja lo que necesitaba para aquella sorpresa que
estaba segura de que iba a impresionar a Sandra.
Sonó su portátil anunciando una
llamada entrante en Skype.
-
Hola, Lorena. ¿Se escucha bien?
-
Jeje Hola, Coral. Se escucha a la perfección
-
Bueeeeno, ¿a qué se debe esa cara de felicidad?
-
¿Recuerdas la chica de la que te hablé?
-
¿Sandra? Claro jeje. Como para olvidarme de “tu
chica”, si cada vez que te llamo solo hablas de ella
- Eso es mentira, solo que casi todo el tiempo
estoy con ella y… claro… sale en las historias que te cuento
Coral vivía en Mallorca, pero
ella y Lore habían sido amigas desde los 5 años, cuando se conocieron el primer
día de clase. Desde que Coral se había ido con sus padres a vivir a otra
ciudad, habían pactado hablar todas las semanas para ponerse al corriente de lo
que sucedía en sus vidas, y así lo habían cumplido siempre gracias a Skype.
-
Bueno, ¿qué quieres contarme de ella?
- Verás, es que se me ha ocurrido una sorpresa
genial para darle, pero necesito tener una segunda opinión.
-
¿Qué se te ha ocurrido? – contestó Coral con una
gran sonrisa en la cara.
Lorena le contó toda la historia
a su amiga y entre las dos decidieron cómo llevarla a cabo. Coral era muy buena
dando ese tipo de consejos, siempre sabía cómo organizar las mejores sorpresas
sin que la homenajeada se enterase de nada.
Tras dos horas hablando,
poniéndose al día y planeando la sorpresa, se despidieron muy contentas de
seguir contando la una con la otra.
-
Adiós, mallorquense…
-
Buenas noches, palenciana
Ambas se sacaron la lengua,
sonrieron y lanzaron un beso a la cámara antes de colgar. Tras lo cual, Lore
apuntó un par de cosas más en su lista, guardó sus cosas en la mochila y se
acostó en la cama muerta de sueño.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: