Ojalá pudiera regalarte la belleza del atardecer,
el calor de aquella hoguera,
la luz idílica que tiene hoy la luna,
el suave hormigueo del primer amor...
Quién fuera capaz de pintar tu sonrisa
para que la vieras con los mismos ojos
con que yo un día la dibujara,
de acariciar tu fina piel con la yema de los dedos...
Envidiaría a todo aquel que se perdiera en tu pelo
como yo me perdí en tus ojos,
y en esa forma tan tuya de mirar.
No me diste la oportunidad de amarte,
mas si ahora me la dieses,
que honor sería hacerlo como mereces...
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: