LA
MENTE LO SABE
Una niña pequeña puede crecer, un árbol dar
fruto, un animal morir, pero todos tienen una historia que contar, una vida
(corta o larga) que narrar antes de viajar a otro mundo. Mónica contará su
historia y nos introducirá al mundo de la belleza, a la destreza total de lo
natural y a los secretos de la mente. Bajo la mirada y la protección de Shrilka,
Mónica luchará por un motivo justo: volver a casa.
Capítulo 10 – ¿Quién? ¿Qué? ¿Por qué?
Cuando Kana se fue de
la habitación para que Mónica descansara, la habitación quedó totalmente a
oscuras. Mónica se hacía mil preguntas, pero sabía que en aquella repentina
oscuridad no las encontraría, así que decidió dormir y esperar a que la chamana
le contara más cosas sobre quién era y qué estaba haciendo allí.
Dos horas después, una
voz grave y cariñosa la despertó con mucho cuidado. Sobresaltada, Mónica se
incorporó rápidamente en la cama y miró al enorme dragón que tenía delante.
-
¿Quién eres? – Preguntó con la voz algo
temblorosa
-
Tranquila, Monésh, soy yo, Shrilka –
contestó con el mismo tono cariñoso
-
¿Monésh?
-
Es tu nombre, Monésh Sortleen, princesa
de los Sortlain… Mi hija
-
Perodna, Shirka, pero creo que te equivocas de persona
-
En realidad es Shrilka y reconocería a mi
hija donde fuera.
Ninguno de los dos
había cambiado el tono de voz; el de Shrilka dulce y hogareño y el de Mónica
tembloroso y tenso. Tampoco sus posturas habían cambiado; el dragón sentado
sobre sus patas traseras y con el cuello agachado para poder entrar en la
habitación, y la joven en la cama apoyada sobre su brazo izquierdo.
La conversación no
parecía que les fuera a llevar muy lejos, así que Kana decidió intervenir.
- Sortlain, creo que el problema de memoria
de tu hija se agrava con los años… Quizá no debieras forzarla a ir tan rápido
esta vez.
-
Pero es mi hija.
-
No lo soy – protestó Mónica
Esta vez Shrilka no pudo
contenerlo más y su cara dejó ver por un instante la tristeza y el dolor que
sentía ante aquella afirmación.
Mónica no quería
dañarlo, pero no podía hacer otra cosa, ella no era su hija, de eso estaba
segura. ¿Cómo podría serlo? Ella era humana y él un… ¡un dragón! Un enorme
lagarto volador que podía escupir fuego por la boca… ¿Cómo iban a estar
emparentados?
-
Sortlain, me permites hablar a solas con
ella, quizás ella tenga algo que contar que nos sirva para… aclarar las cosas.
El dragón no habló,
bajó la cabeza y salió de la habitación por una de la pared del fondo. Mónica
se le quedó mirando mientras se iba.
-
¿Es una puerta para dragones?
Puede parecer una
pregunta estúpida, pero por alguna razón, Mónica tenía la necesidad de
preguntarlo, Kana se sorprendió, pero decidió contestarla.
-
Sí, algo así – contestó sin darle mucha
importancia.
-
¿Si no es una puerta para dragones, qué
es exactamente?
-
Es una puerta… para… todo tipo de
criaturas que no entren por las puertas convencionales.
-
Interesante.
-
Puede que sí, nunca lo había pensado.
Mónica se encogió de
hombros y se volvió a tumbar en la cama sin añadir nada más. Kana se la quedó
mirando como si realmente algo no encajara, pero Mónica no se dio cuenta.
-
Antes de dejarte descansar otra vez –
dijo Kana acercándose con cuidado a la cama – ¿hay algo que quieras
preguntarme?
No obtuvo respuesta
-
Bueno, ya te vendrán las preguntas a la
cabeza… Hasta entonces, me gustaría preguntarte algo yo a ti.
Mónica parecía no
estar escuchando nada, pero Kana ya estaba al lado de la almohada y podía ver
que la joven aún tenía los ojos abiertos
-
¿Cómo te llamas? – preguntó dudosa Kana
Mónica se tomó su
tiempo antes de contestar
-
Creo que Mónica, pero quizás me llame
Monésh y sea la hija de un dragón
El tono de voz de
Mónica estaba tan falto de emoción que Kana no quiso seguir preguntando, algo
no encajaba, pero no sabía qué era…
…
Shrilka y Sharick
estaban en medio del entrenamiento cuando el tercer y anónimo personaje se les
acercó, haciéndoles parar en seco con lo que estaban haciendo.
-
¿Qué pasa, Toru?
-
Algo va mal
Los dos, Sharick y
Toru, se miraron a los ojos mientras el dragón fijaba la mirada al suelo.
Permanecieron así, en silencio, durante unos segundos hasta que Shrilka rompió
el silencio.
-
Si no puedes decirme QUÉ va mal, no me
sirve de nada que me digas que ALGO va mal
No había sido una
reprimenda, ni si quiera le estaba culpando de ello, sólo parecía indicar algo
obvio que, al mismo tiempo, le apenaba terriblemente.
Toru asintió y salió
de nuevo fuera de la sala de entrenamiento.
-
Saldrá de esta
-
Lo sé, sigamos entrenando para cuando eso
pase
-
Si necesitas algo…
-
¿Puedes traer a mi compañera de vuelta?
-
No
-
Entonces no hay nada que puedas hacer por
mí, pese a todo el Kia que controlas
Aquellas palabras
parecían haber apenado a los dos, pero siguieron combatiendo en silencio como
habían hecho hasta entonces.
…
Kana y Shrilka se
habían reunido en la frontera entre las tribus. Ambos llevaban ropas rituales y
la chamana sostenía en su mano derecha un cuenco de barro con un extraño ungüento
amarillo y pringoso que estaba aplicando al dragón en el morro dibujando glifos
incomprensibles.
-
Sé que no te gusta recurrir a esto,
Sortlain, pero es lo único que puede decirme la verdad sobre la joven que
reside en mi cabaña.
-
No soy muy amigo de viajar en el tiempo,
pero confío en ti para traerme de vuelta
-
Lo haré. Ahora cierra los ojos y concéntrate
en lo que sabes sobre tu hija y en cómo ha vuelto otras veces del trance en el
que se encuentra.
Dos horas estuvieron
allí sentados, aparentemente inmóviles, mientras la mente del dragón trataba de
conectar con la de Monésh.
-
No la encuentro – sentenció pasadas esas
dos horas
-
Entonces no es ella la que está ahora en
mi cabaña, ¿qué quieres que hagamos con ella?
-
Hablaré con ella otra vez, no será mi
Monésh, pero tampoco nos ha hecho ningún mal, hasta ahora es sólo una niña
perdida que se parece mucho a mi pequeña.
-
Está bien, trataré de convencerla para
someterse al mismo ritual que acabas de pasar tú, quizás así descubramos quién
es y qué hace aquí.
-
Pues no hay tiempo que perder
Tras hablar con Mónica
y explicarle el funcionamiento del ritual y el resultado de la búsqueda de Shrilka,
la joven aceptó, no sin dificultades, a intentarlo.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: