Tenías algo único...
Tenías esa mirada airada,
que no airosa;
esa sonrisa tibia,
que no cálida;
esos ojos sinceros,
que no amables…
Ese amor tan tuyo
que nada tenía que ver con cuentos...
Tenías esa fuerza devastadora,
que no aplastante;
esa manos ágiles,
que no huidizas;
esa lengua sabia,
que no intelectual...
Esa pasión tan bestia
que nada tenía que ver con cuentos...
Tenías esas ganas sedientas,
que no saciables;
ese pelo revuelto,
que no enredado;
esa mirada atrevida…
¡Qué coño!
Lo tenías todo,
pero yo
tenía más.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: