Yo,
que he
naufragado
en el
mar más calmado de occidente
por
intentar bucear sin salvavidas
pasados
los 10 centímetros entre tus venas
y
mis epitafios manuscritos.
Yo,
por
agrietados que me dejara los labios,
sin
plantearme si quiera
que
pudiera dejarme marcas
más allá de la piel.
Yo,
que
sangro la vida
y
palpito en metáforas encadenas,
con
complejo de metonimia.
Yo,
que no
me siento poeta.
Yo,
que sé
que mi nombre ya no rima con la risa,
ni con
el viento,
ni con la
noche…
Ni tengo
ya rincones tras los que esconder
el polvo que nos sobra.
Yo,
que
jamás supe hablar sin cerrar la boca,
ni
caminar con las alas plegadas,
ni desconfiar
a corazón abierto…
Yo,
ya no me
siento poeta,
sino verso…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: