Rompe el cielo en sus ideas,
ahuyenta
el grito ronco del volcán,
la esfinge
que hoy sustenta en su podio
el códice
efímero de la vida eterna
se resquebraja…
Aúna con
esmero los restos de su alma.
Ra,
Atenea, Venus…
¿A qué
dios hablarle de la locura?,
¿a quién
entregarle el ánima?
¿Y a qué
precio?
En su
mirada el brillo de la luna,
en su
pecho el fuego que arde bajo el mar.
Cruel
final,
cruel final….
Tiñe el
viento con sus alas,
una sombra
le alumbra desde el cristal,
el
sentido de la vida se empeña en ocultarse
entre
los roídos muebles de una antigua vida…
¿quién
tiró las llaves, quién las quiso ahogar?
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: