Y
yo queriéndote, ilusa de mí, cayendo en tu juego hasta llegar a hacer trampas,
sin darme cuenta de que perder era apostar la vida a la carta más alta,
habiendo full en la mesa…
Y
yo llamándote, ilusa de mí, gastando los días en tu buzón de voz y las noches
en los bares bebiéndome tus deudas, como si no hubiese pagado ya bastante por
tus delirios.
Y
yo echándote de menos, ilusa de mí, apostando por el caballo perdedor por no
llegar a tu meta, anidando en tus miradas, en unos ojos que no eran tuyos, ni míos,
ni tan siquiera nuestros.
Y
yo jodiéndome la vida, estúpida de mí, por pensar que te quería, cuando era
cosa del alcohol y de las ganas animales que te tenía.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: