Recuerdan
sus
tiempos de gloria
al
pasar por las pintadas de sus muchachos.
Aquellos
“te quieros” mal escritos
en
vallas publicitarias,
aquel
primer “para siempre”
en
la hoja de algún diario…
Intentan
revivir las experiencias
que
no llegaron
- ni tan si quiera -
a
imaginar
por
pereza, envidia, cansancio
o
cualquier otra absurda escusa
del
manual de superdotado…
Su
vida se tiñó de letras
que
no comprendían,
de
notas
que
no calaban
y
lluvias ácidas
que
agujereaban
sus
paraísos privados.
No
elevaron la voz entonces
y
ahora
ya
no les queda.
Nos
miran sabiendo
que
cometeremos
los
mismos errores,
que
jamás sacaremos a bailar
a
la chica del vestido azul,
porque
Matrix
nos
dijo la de rojo…
Saben,
como
nosotros sabremos
no
tardando,
que
la vida
está
dispuesta a repetirse,
mientras
no haya
quien
se encadene a un árbol
y
consiga
despedirse
de sus nidos
antes
de cortarlo
para
otro libro más de “autoayuda”…
Y
siguen
pasando
las
hojas…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: