al borde del papel,
al filo de la pluma,
colgando siempre
de la próxima coma…
Subrayar la vida,
enmarcando los deseos
en tipografías
y las emociones
en reglas ortográficas
(siempre con sus excepciones)…
Dejarse caer por cada paradoja,
disfrutando
del zumbido de neuronas
que se pelean por comprenderlo,
y destripar los versos más simples
como si quisieran lanzar
un grito de aliento…
“El hombre
es un lobo para el hombre”.
Somos masoquistas,
jugando con ilusiones
como premios de consolación
y desnudando margaritas
sin querer saber las respuestas.
Pero ahora bien,
“el lobo
es bueno por naturaleza”.
Somos lo que nos queda después de la tortura
y quien nos sana las heridas,
aprendemos a curar rápido los golpes
y estamos dispuestos a luchar por la vida,
a aferrarnos a la más mínima esperanza…
El camino a la felicidad
es un bonito cuento de hadas.
Y esa es tal vez,
la única verdad
con la que nos han mentido siempre.

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: