jueves, 23 de febrero de 2017

Declaración de intenciones

Me gustaría tener un hijo, sólo para malcriarlo… Y asegurarle que da igual lo que diga la gente, que puede ser él mismo.

Me gustaría tener una hija, sólo para malcriarla… Y dejar que elija su ropa en cualquier parte de la tienda, porque nadie va a juzgarla por lo que lleve puesto.

Me gustaría tener un hijo, para poder malcriarlo y decirle que siempre voy a estar ahí, que siempre podrá contar conmigo, que no va a pasarle nada malo…

Me gustaría tener una hija, para prometerla que nadie la mirará por encima del hombro, o por debajo de la falda, que en el mundo mientras te esfuerces y estudies, todo te va bien y no tienes preocupaciones.

Me encantaría tener un niño y malcriarle, dejarle que se ensucie en cada charco y salga a la calle sin paraguas, ayudarle a subir a los árboles y rasparse las rodillas entre carcajadas. 


Me encantaría tener una niña y malcriarla a más no poder, pintando en las paredes de su cuarto, construyendo de todo con palos y ramas llenos de barro, saltando en los colchones a ver quién llega más alto…

Me gustaría tener un hijo con alguien que me ayude a malcriarlo, que le diga que puede ser lo que quiera, que la vida es fácil y la magia existe (sin peros).

Me encantaría tener un hijo con ella, y malcriarlo, prometerle que nadie se meterá con él por tener dos madres ni le harán sentir extraño el día del padre.

Me encantaría malcriar a mi hijx, sea del sexo que sea, prometerle que puede elegir y que yo voy a apoyarlo pase lo que pase.

Me gustaría tener un hijo para malcriarlo, leer cuentos cada noche y prometerle hacerlo siempre. Pintar con él y ponernos perdidos, jugar en la cocina preparando la comida o charlar con él de lo que sea (pero de verdad, sin tabús).

Sueño con tener una hija y malcriarla, responder a todas sus preguntas sin mentiras y bailar todo lo que le apetezca, ver con ella sus películas favoritas y llevarle a visitar el mundo entero.

Me encantaría vivir en un mundo lleno de niños malcriados, que sepan que son únicos y no son ni más ni menos que nadie. Niños totalmente maleducados, que jueguen con todo lo que encuentren aunque no esté enchufado a una pantalla y creen sus propias canciones con tambores de cajas de cartón y maracas de botellas con arena.

Quiero malcriar a mi bebé desde su primera palabra, asegurando que entiendo todo lo que dice y siempre lo haré, dándole mil caprichos como libros de aventuras y series de ficción. 
 

Pienso malcriarlo hasta que no me den más de sí los brazos y asegurarle que cada día le despertaré con abrazos y cosquillas para que despierte riendo, que podrá hacerse el desayuno que él quiera y vestirse solito para ir al cole, porque él puede hacerlo, me da igual llegar un poco tarde.

Prometo malcriarles tanto que infecten al resto de niños y niñas del parque y acaben jugando todos juntos sin mirar el color de sus camisetas o si llevan o no pendientes.

Pienso dejar que se manchen, se caigan, lloren, griten y jueguen sabiendo que yo voy a estar ahí cuando me necesiten, pienso dejar que sepan que son unos malcriados porque no han tenido un “ejemplo masculino” en su vida y les he dejado ser ellos mismos.

Pero pienso malcriarles y asegurarles que nadie espera de ellos nada que no sean, que tienen el derecho de ser ellos mismos y estar orgullosos, que en la vida está bien hacer un poco de ruido y mi casa siempre será su casa.

Soy una mujer, lesbiana y atea y prometo que malcriaré a mi hijo o hija cada día de su vida, porque en una sociedad como la que vivimos, necesitamos más niños malcriados, que sepan que su sitio es el que ellos quieran, que el futuro es su cuaderno de dibujo y ellos son los únicos que deciden qué color coger o en qué orden empezar el siguiente trazo.
 


Porque sí, aún hay que elevar la voz para estas cosas, ¡pero con la cabeza muy alta!

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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