que aquellas constelaciones
eran solo nuestras,
que tu risa
era lo que unía mi mente a este mundo,
que me enseñaste a soñar,
a creer
y a crear...
Jamás te conté
que arranqué del diario
todas las hojas tristes "a-t"
(antes de ti),
que renombré el calendario
y ya no existe mes
entre octubre y diciembre.
Jamás te conté
que guardé tu sonrisa en mis lápices,
para reírte en cada verso.
Que el mar siempre sabrá a delirio,
que tatuaste mi mirada
con tus amaneceres eternos.
Jamás te conté
que fuimos tú y yo
y no hacían falta más nombres,
que sobraban los títulos
y nadie mira los créditos.
Jamás te conté.
Ese sí fue el mayor error cometido...
Aunque la historia,
no nos cabía en ningún libro,
te di por cierta
sin llegar a escribir el final del capítulo.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: