que me caí del columpio
entre carcajadas
o perdí el último bus hasta casa
y volví bailando sin perder la sonrisa.
Si contara las veces
que salí sin llaves
y empecé de nuevo la noche
sin ninguna gana de volver.
Me volverías a llamar loca,
a pensar que me falta un tornillo,
cuando supieras que
aún confundo la sal con el azúcar
y soy incapaz de seguir una receta,
pero me salen las "crepés" de vicio
aunque se me peguen en la sartén
y no tenga nada que poner en ellas
- cuestión de improvisación -.
Hasta ahora ningún trasgolillo
se ha quejado demasiado
y Aijana viene conmigo
en el bolsillo
siempre que le da la gana.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: