Yo no quise destrozarme el alma
solamente saborear tu piel.
Dejar tu esencia en mis costillas
fue un castigo por tu parte
si tampoco pensabas quedarte
y jamás me dejarías volver.
Hoy me tienta el masoquismo
de llamarte y entregarme
por completo a otro delirio
que me queme tu recuerdo en carne viva.
Y aunque sé que no es sensato
me dejo atar por tu destreza
mientras aliñas con sal tus puñales
y aseguras
que podrías acostumbrarte a mis besos
si (me) quisieras.

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: