sábado, 9 de mayo de 2015

En sueños

"Despertarnos desnudas
a las 10 de la mañana
no es ningún aliciente
para salir de la cama."

Escribí estos versos y se me ocurrió contar una historia apartir de ellos, espero que os guste:


Tras tantos años saliendo, sus cuerpos ya habían aprendido la postura perfecta para compartir aquella cama de metro treinta. Y estaban tan juntas, tan cerca la una de la otra, que casi podría decirse que estarían soñando también juntas, en un mismo sueño.
 
Rocío empezó a moverse en sueños, parecía un sueño intenso. Empezó a gemir suavemente, y cada vez se movía más. Vero acabó por despertarse.

- Rocío, ¿estás bien?

No contestó y Vero supuso que estaría soñando. Era aún pronto para levantarse, así que se dio la vuelta e intentó volverse a dormir.
 
Rocío, todavía en sueños, soltó un segundo gemido algo más fuerte que el anterior, luego un tercero y, con la voz tomada, susurró un nombre.

Vero no se lo podía creer, hacía tiempo que se había dado cuenta de que Rocío estaba teniendo un sueño erótico, pero ¿¡con Ale!? Eso no podía aceptarlo así, sin hacer nada, no podía quedarse escuchando como su novia se follaba a otra, aunque fuese en sueños.

Empezó a comerse la cabeza, preguntándose por qué soñaría aquellas cosas, las únicas veces que ella había tenido sueños eróticos había sido por falta de sexo.

Pero es imposible que sea eso, si llevamos juntas todo el finde… No, no, definitivamente no es por falta de sexo. ¿Será que no le gusto como antes? Podría ser, después de dos años, esas cosas pasan… - pensaba Vero
 
Mientras tanto, Rocío parecía haber acabado; seguía dormida, pero mucho más tranquila. Al cabo de un rato sonó el despertador.
- Buenos días – se desperezó Rocío – ¿Qué tal has dormido?

- Bien, aunque no tanto como tú, al parecer.

- Vaya, empezamos bien la mañana… ¿Te he hecho algo?

- Ya, no lo sabes, ¿no?

- Perdóname, cielo, pero no, no sé de qué estás hablando

- ¿Ese “cielo” es a mi o a Ale?

- ¿¡Ale!? ¿Qué tiene que ver tu amiga en esto?

- No te hagas la tonta, por favor, podemos hablarlo como personas civilizadas, no pasa nada.

 
Vero se estaba poniendo cada vez más nerviosa, no sabía si lo que sentía eran ganas de llorar, de gritar o de dar una hostia a Rocío, por fingir no enterarse.

 
- Vero, cariño – le agarró suavemente de la barbilla para que la mirara a la cara – te juro que no sé de qué me hablas. Cuéntamelo y lo hablamos, ¿vale?

- ¿En serio no te acuerdas de lo que has soñado esta noche? – Vero estaba más calmada pero aún no las tenía todas consigo.

- No, pero por cómo te has levantado, supongo que tiene que ver con Ale. Bueno, y que habré hablado en sueños.

- Rocío, te la has tirado.

- Vale… Me la he tirado EN SUEÑOS.

- ¿Y? ¿Por qué tienes que soñar que te tiras a mi mejor amiga? ¿Te gusta más que yo? ¿No te doy yo lo que necesitas? ¿Es eso?

- Frena, frena, frena. Uno, no me gusta, ni más que tú ni menos, no me gusta. Y dos, sabes perfectamente que sí me das todo lo que necesito (como tú dices). Ha sido sólo un sueño.

- Pues yo no sueño esas cosas. Y menos con tus amigas.

- Mira, no puedo controlar lo que sueño, y no puedo asegurarte que no vaya a volver a pasar. Pero no creo que tenga tanta importancia…

- Entonces, si yo me pusiera a gemir y a gritar el nombre de otra en nuestra cama, a ti no te parecería tan importante, ¿eso crees?

- Mientras sea en sueños, no. Es algo involuntario.

- Pero tiene una razón detrás.

- Vero, cariño, no te pongas así, ¿me dejas que te diga algo? – Vero asintió. – Puedo soñar con otras, eso no significa que no me gustes ni que haya dejado de quererte. Necesito que lo entiendas, ¿vale? Te quiero, nada va a cambiar eso. Tengo sueños eróticos desde los 15 años, no es que me vaya a pasar todos los días, pero es algo que me pasa, no puedo controlarlo, ni quiero hacerlo, son sólo sueños.

- Vale, hasta ahí puedo entenderlo, lo que no me entra en la cabeza es que no sean conmigo.

- Bueno, eso tiene una explicación muy simple. – Sonrió levemente y miró a Vero a los ojos – A ti no te quiero en sueños, sino en la realidad. A ti ya te tengo, en mi realidad. Es a ti a quien abrazó por las noches, a quien beso por las mañanas y en la que pienso, conscientemente. Los sueños son cosa del inconsciente, pequeña, no podemos controlarlos. Cuando me despierto, desaparecen, como si no hubiese pasado, no tienen importancia; tú sí, tú sigues ahí por la mañana, es en ti en quien estoy pensando, y si no estás claro que importa, porque me da algo. En sueños, puede que la mente juegue a “barajar otras opciones”, pero cuando despierto, soy yo la que elige la carta que quiere y la que dice a la mente que tire el resto de la baraja. Además, tú ya estuviste una vez en mis sueños, Vero.

- Espera, ¿soñabas conmigo?

- Por supuesto, incluso antes de conocerte. ¿A caso no te he dicho muchas veces que eres “la chica de mis sueños”?

- Entonces con Ale… ¿nada?

- Nada de nada.

- Anda, ven, dame un beso

- ¿Ya estoy perdonada?
 
- ¿Después de esa parrafada? Como para no, a ver quién es la lista que se resiste a todo lo que has dicho.

 
Se fundieron en un beso tierno y, a la vez, apasionado y empezaron la mañana de cero. Sin broncas, sin malestar, y juntas, como lo harían tantas otras veces; queriéndose.

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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