Cuando me pregunten
que a qué dios le rezo
dejaré en mis labios
el eco de tu nombre.
Diré que eres poesía,
tangible sólo a ratos.
Que vives en las nubes
y sabes soñar despierta.
Si dudan de tus milagros
haré alarde de tu risa,
compartiré tus versos
y me guardaré entre los dedos
el tacto de tus caricias
erizando mi piel en cada sueño.
Hablaré de las veces
que te me has aparecido
para ser mi conciencia favorita;
apoyándome en todos los delirios.
Admitiremos
que no hacen falta medallas,
ni cruces torcidas,
ni altares o templos sagrados...
Pero que tuya es mi boca
para conjurar versículos
cuando la inspiración nos encuentre
(siempre en lenguas vivas).
Y si aún consideran
que mi fe es profana,
volveré a nuestra mezquita
a las puertas del limbo
y volveremos a arañar
el cielo con los dedos.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
domingo, 29 de septiembre de 2019
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