Otra tormenta
que cala hasta los huesos
y hace de su pecho
un mar
donde nadie habita.
Nuevo día, misma cárcel;
vive esposada a una piel
que no siente suya...
Se piensa “nadie”,
se sabe rota.
Ya ni es, ni está, ni se parece
a esa que sonríe en las fotos;
se hizo tan pequeña,
tan ilusa,
tan indefensa,
tan vacía,
tan nada…
Otro disparo,
y ella
abrazó las balas
como salvavidas.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: