En la grandeza de sus alas
abandoné mi norte
y no había ya brújulas
que no la apuntaran a ella.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: