Perdóname
si
hoy me encuentras rara,
si
ayer no fue el día perfecto
o
si no puedo darte
la
vida juntas
con la que soñabas.
No
te confundas
si
me ves llorar
y
no consigues saber por qué,
si
no pronuncio entero tu nombre,
si
me atraganto al elevar la voz
y
tengo marcas
de
no haber dormido.
¿Cuántas
veces dijimos
aquello
de “no te preocupes”,
“estoy
bien”
o
“es sólo cansancio”?
¿Cuántas,
nos
miramos al espejo
y
no nos reconocimos?
La
vida se empeña a menudo
en
mostrarnos
sus
lados más cortantes,
sus
rincones oscuros,
allí
dónde tira
todos los trapos sucios.
Pero
jamás tiraré la toalla
en
ese barrizal de historias,
dejando
como
única constancia
los
tejidos rotos
de
una vida
que
no alcanzamos…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: