Hay
voces
que
aunque extrañas
suenan a
casa,
a refugio,
a infancia…
Hay
voces
que aun
recién cosechadas
suenan sabias en nuestros oídos,
cariñosas,
incluso,
maternales...
Hay
voces
que
aunque apagadas
iluminan
el día,
la mañana
que se había despertado gris,
el cielo
oscuro del invierno…
Hay voces
que sin
saberlo
suenan a
“eso que andabas buscando”.
Hay voces
que
más que
voces
son risa,
cura,
solución...
¡Música!
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: