Lo vamos dejando;
para otro día,
para más tarde,
en otro momento…
Vamos empujando la manecilla del reloj,
deslizando los pies sobre sus engranajes,
soplando los granos de arena antes de que caigan...
Ansiamos que llegue el día,
llegar a la meta,
y justo antes de cortar la cinta,
nuestro pequeño horizonte se escapa
y volvemos a estar allí donde empezamos.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: