Podríamos fingir que el cielo sigue siendo azul, pese a estar en mitad de una tormenta; bajar la guardia y tirarnos al agua de cabeza sin importar lo afiladas que estén las rocas del fondo.
Podríamos mirar las postales, aquellas instantáneas en nuestro móvil de última generación en las que jamás pensamos que acabaríamos fijando la vista en el contorno de las nubes.
Podríamos dibujarnos el mismo símbolo en la mano cada día y decir que es un tatuaje.
Podríamos desear con todas nuestras ganas que volviese a ser domingo, aunque siga siendo lunes.
Podríamos escribirnos en 10.000 emoticonos o subrayar un libro entero fijándonos sólo en lo importante.
Podríamos sentirnos niños de nuevo y volver a conquistar los parques, las plazas y las aceras.
Podríamos salir a la calle.
Podríamos dejarlo todo.
O podrías darlo por perdido todo, sólo porque se te ha ido a la mierda ese ansiado último polvo.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: