de callar,
de esperar,
de guardar para luego...
Harta de obligarme a no sentir,
a sentir de menos,
sentirme menos
y obligarme a no mirar.
Harta de no gritar sus injusticias.
Harta del "qué dirán",
y sus "porqués".
Harta de callar,
para que no duelan.
De saber a ciencia cierta
que me dolerán
todas las palabras calladas,
clavándose como puñales
en mi propia espalda,
en mi propio verso.
Harta de perder,
de entrar en sus reglas,
de jugar sus cartas.
Harta de su sistema,
de su injusticia
y todas sus carencias.
Harta de que me cuestiones,
de que te extrañes si estallo
de que me culpes si quejo,
de que me busques salidas
sin dejarme elegir destino...
Harta de tus timos.
Y me llamarás histérica,
exagerada,
y dirás
que abuso de palabras de guerra
que no abogo por palabras alegres
que no apoyo canciones ajenas
o que me hago eco de voces que no son mías...
Me dirás
que callada estoy más guapa,
que piense antes de hablar,
que mida mis palabras...
Y, por primera vez,
tendrás razón.
Y entonces callaré con ganas,
porque el "ya te lo dije"
se convertirá en un "lo callé,
pero mi mirada lo dijo todo".
Porque mi lengua calla
todo lo que mi piel proclama,
todo lo que mi cuerpo sabe,
todo lo que mi mente jamás olvida...
Me habrás callado una batalla
pero jamás ganarás al silencio
la lucha por tu vacío.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: