Guardé mi esencia en tarritos pequeños,
conservé el manual de efectos secundarios
para esconder los adversos donde nadie los distinga.
Me inventé un paraíso de papel
para las noches de lluvia,
dibujé constelaciones nuevas en el techo
con pintura oscura.
Dejé que el viento me llevara sin resistencia,
cerré los ojos de camino y toqué tierra, mar y aire por igual.
Manché las hojas del diario,
dejé de crecer raíces
y rompí cicatrices para que jamás sanaran.
Lo que hoy queda de mí es la definición de ausencia,
pero sigo traduciendo rimas entre líneas,
dejando versos sueltos en tu puerta
para hacerte salir a bailar bajo la luna.
Sigo dándome por completo en los abrazos,
bañándome en el rocío mañanero
y quemándome estelas que no dejen marca.
Allí donde nadie lo vea, sigo dejando retazos
de lo que pudo haber sido y lo que jamás logré;
de las metas que dí por perdidas y guardan su banda intacta
a la espera del corredor de línea que las haga caer.
Hoy el sol nació dormido
y el cielo se ha quedado en blanco,
quizá mañana levante de nuevo brisa o arcoíris,
de momento hoy...
este artista libera la paleta.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
miércoles, 19 de febrero de 2020
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: