miércoles, 11 de febrero de 2015

Ella dijo: "Hazme un sándwich"



Despertaron abrazados con el primer rayo del alba y ninguno de los dos abrió los ojos. No querían volver al mundo real y afrontar las consecuencias de sus actos, no tenían el poder suficiente como para enfrentarse cara a cara al mundo consciente y que les juzgasen… En otras palabras, no querían morir.

Él no era más que un fantasma del pasado y ella era la pequeña quinceañera de cabellos claros que tenía miedo de la luz de la luna. Ninguno de los dos sabía cómo habían acabado juntos aquella noche, ninguno quería abrir los ojos… De hecho, ella sería feliz si su vida acabara en aquel momento.

Eran ya las 12 de la mañana y la extraña pareja no se había movido de la cama de metro ochenta en la que se encontraban, sólo que ya no se abrazaban, ya no había chispa y el fuego que la noche anterior había quemado las sábanas (y la ropa, al parecer) ya no calentaba de la misma manera.

Aun sin abrir los ojos, un susurro se escapó de los rojos labios de la joven: “Hazme un sándwich”. Él no dijo nada, pero abrió los ojos. Ante él, aquella habitación de hotel destartalada pareció iluminarse sutilmente, pero no cambió. Se quedó allí pensando, esperando la explicación de la chica, pero no llegó.

Ella repitió su frase una vez más: “Hazme un sándwich”, luego se levantó de la cama, abrió las persianas, se sentó en la silla frente a él y abrió los ojos. Justo en ese momento cambió su sonrisa tierna por una seriedad mortal. Entonces él lo entendió todo: “¿De qué lo quieres?”. Ella siguió seria, le miró pero no contestó, ya era demasiado tarde, ya habían abierto los ojos.


 
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          >> Este es un texto con el que os invito a reflexionar un poco, no quiero explicar más porque me gustaría que cada uno/a sacase sus propias conclusiones. Espero que os guste, dejad opiniones y divagaciones en los comentarios ^^

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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