lunes, 9 de febrero de 2015

Hace tiempo...

Hace tiempo que me di cuenta de que no importa realmente el camino que decidamos escoger, que por mucho que lo dudemos antes de girar, siempre será el viento quien nos empuje.

Quizá sea tonta, quizá parezca estar segura de que siempre voy a fallar en cada decisión que tome… Pero tal vez, no sea más que una de tantas soñadoras que se han cansado de tener que esperar a la noche para soñar y han aprendido a hacerlo despiertas.

No dudo de mis decisiones, simplemente, me chivan el camino a seguir mis pesadillas. Y digo pesadillas, porque hasta las más negras pueden superar nuestros sueños si se saben interpretar, y de igual manera, los sueños pueden ser la peor de las pesadillas si no se hace nada por intentar alcanzarlos…

Esta noche mis pesadillas me han hablado de un camino de rosas. Me han dicho que no entre nunca, que aunque de lejos parece bonito, por dentro pinchan las espinas y te desgarran la ropa.

Por el contrario, me han recomendado el camino oscuro, el callejón de enfrente, el que parece no tener salida. Me han dicho que tiene obstáculos, que no es fácil de recorrer, que será duro y que parece feo… Y aun así, resulta ser el más seguro, el que nos lleva a la meta y en el que encontramos gente a la que, tal vez, en un futuro, nos importe importar.

No todo el mundo sigue los consejos de sus pesadillas, porque hay que luchar más, son más difíciles, son menos populares… De hecho, algunos llevan toda una vida, pero merecen la pena, ¿no crees?



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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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