Cerré los ojos,
dispuesta a dejarme acariciar
por unas manos anónimas.
Sabía que no me harían daño,
pero aun así mantuve alerta los cinco sentidos.
Un escalofrío cobarde atravesó mi espalda,
me quedé quieta.
Unas yemas desconocidas rozaban mi cara,
pedí, en secreto, que fueran las tuyas.
Cada poro de mi piel recogió aquellas caricias;
tan inocentes las manos,
tan necesitada esta cara.
Contuve las lágrimas que se agolpaban tras mis párpados,
y pedí al corazón que frenara.
¿Cómo pudo esa simple caricia
destrozar de un golpe mi coraza?
Entreabrí los ojos,
no habían sido tus manos,
ni tus yemas, ni tus caricias.
Reconstruí mi fachada.
Ahora el frío vaga por mi cuerpo,
ansiando que regrese ese calor
que aquellas caricias regalaban.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
lunes, 27 de abril de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Lo más leído
-
Noches de insomnio, delirios de poeta. Una oscura capa de versos tiñe de rimas las venas, la Luna ya no es la Luna, sino una musa discr...
-
A ti, que no te llamas escritor pero no sabes vivir sin palabras. A ti, que te niegas a creerte artista pero sabes dibujar en el aire ha...
-
Revisa tu libro de cuentos, que hoy está en números rojos tu conciencia. Tu justicia no ajusticia a quien debiera, tus motivos siempre la cu...
-
Quiero volver a verte sin miedo, con ganas de todo, sin contar las horas ni mantener distancias. Quiero volver a verte tranquila, con ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: