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El primer día de clase de Tatiana
Marta tardó más de media hora en
decidir qué ponerse para su primer día como Tatiana Faceless, todo en su
armario le parecía demasiado pijo, demasiado deportivo, demasiado pasota, muy
hipster… a todo le encontraba fallos hasta que dio con su estilo apropiado.
Así se dirigió a la escuela con unos vaqueros ajustados y una camiseta ancha de Los Beatles.
Así se dirigió a la escuela con unos vaqueros ajustados y una camiseta ancha de Los Beatles.
Decidió ir caminando para que no
pudieran reconocer el megane negro, se colgó la mochila a la espalda y anduvo
con paso firme la recta que conducía hasta la entrada de “Un escenario como
meta”. Una vez en la puerta, tomó aire y entró decidida a empezar de cero.
-
Hola, alumnos. Parece ser que esta semana es
tiempo de noticias, ayer dijimos adiós a nuestra compañera Marta – hizo una
pausa esperando una reacción de los alumnos que no llegó – Y hoy, hoy se
incorpora Tatiana para ocupar el pupitre que queda libre. Espero que la tratéis
bien y ayudéis a adaptarse al curso ahora que ya estamos con el curso empezado.
– se dirigió ahora a Marta – Bueno, ¿quieres presentarte?
-
Pues… Hola, me llamo Tatiana Faceless, pero me
llaman Tati. Tengo 17 años, soy nueva en la ciudad y mi pasión es el dibujo.
La clase correspondió con un
sonoro aplauso y Tatiana se sentó en el pupitre libre cerca de Paula, quien no
pudo ocultar su tristeza al dedicarle una sonrisa forzada.
-
Hola… Perdona, ¿está ocupado este sitio?
-
No, supongo que ya no…
-
Pareces triste, ¿te pasa algo?
-
No me apetece hablar, lo siento…
-
Tati
-
Eso, Tatiana, que no es por ti, es solo que no
es mi mejor día. Además, que quiero atender.
-
Vale – le dedicó una sonrisa fingida.
A Marta no le hacía ninguna
gracia ver a su amiga así, pero sabía que no tenía otra opción, había decidido
deshacerse del título que llevaba implícito su apellido, y este era el precio
que debía pagar.
La clase transcurrió en silencio
y con normalidad, pero la sorpresa para Marta vino al finalizar; uno de los
chicos de su clase se acercó a ella y la invitó a tomarse un café en la
cafetería mientras le explicaban el funcionamiento de la escuela. Otro se
ofreció para hacerle de guía… Marta se sentía feliz, al fin podría tener
amigos, podría ser una chica normal.
Una vez en la cafetería, vio a
Paula sentada sola en la misma mesa donde la había conocido. Quiso acercarse,
pero sabía que sería inútil, parece ser que a Paula era a la única a la que “la
tal Tati” no le había creado muy buena impresión. Marta miró al suelo y se
entristeció al pensarlo, pero escondió ese sentimiento ante la atenta mirada de
Rodrigo, el chico que le había invitado al café.
…
Una vez en casa, no pudo
aguantarlo más, sacó su teléfono y llamó a Paula para preguntarle por su día.
-
¿Marta? ¿Dónde estás? ¿Estás aquí? Dime que no
cogiste el tren…
-
Lo siento, Paula, pero sí cogí el tren, tenía
que hacerlo
-
Ya, supongo que es lo normal…
-
Suenas triste, ¿Ha pasado algo?
-
Sí, ha llegado una chica nueva
-
Pero eso no es malo, ¿no?
-
¿Ah no? Se ha sentado en tu sitio, ha ocupado tu
plaza…
-
Es lo normal… sabes lo que dicen, que “Un
escenario como meta” tiene lista de espera por si alguien no aguanta la presión
y abandona a mitad de curso.
-
Pero ¿no te molesta ni un poquito?
-
¿Debería?
-
No te entiendo, chica-rica, te ha reemplazado. Y
además a todo el mundo le cae super bien… no la aguanto
-
Pues no sé… yo me alegro por ella… ¿por qué no
le das una segunda oportunidad?
-
Tú no la conoces, no ha pasado ni un día desde
que te fuiste y ya traen a otra…. No es justo. Y la tía se cree super guay… Va
de perfecta
-
Seguro que no es así, mujer..
-
Tenías que haberla oído, el tono de superioridad
con el que se ha presentado… - puso voz de niña pequeña y prosiguió – “Hola, me
llamo Tatiana, podéis llamarme Tati… soy una niña de mamá consentida y me creo
perfecta…” Seguro que no sabe ni dibujar
-
Bueno, dejemos a la nueva en paz. ¿Por qué no me
hablas de ti?
A Marta no le había gustado el
rechazo de Paula, ¿por qué era tan difícil? Se lo había puesto tan fácil a Marta
que pensó que sería igual con Tati, pero está claro que no todos pueden
llevarse bien con todo el mundo…. Suspiró Marta con cierto tono de tristeza en
la mirada.
Siguieron hablando de sus cosas,
Paula le contó que había empezado a trabajar con los de artes para llevar a
cabo su obra, y que también ella había empezado a trabajar en un cuadro de
colores cambiados.
-
Pero bueno, cuéntame ¿qué tal el proyecto?
-
Eh… pues muy bien… muy interesante, aunque aún
no he empezado… me he estado instalando y eso…
-
Bueno, mañana te vuelvo a llamar y me cuentas.
-
Está bien.. ahora me tengo que ir, que se me
hace tarde…
-
Vale, buenas noches, mañana hablamos
-
Sí, claro, hasta mañana – y colgó bastante
nerviosa. ¿Qué se supone que iba a contar
de un proyecto que ni siquiera existe?
Aquella noche, ninguna de las dos
durmió muy bien, pero Marta estaba segura de lo que quería. Ya había conseguido
deshacerse del lastre de su nombre, pero necesitaba tener a su amiga en la
nueva vida que había creado, si no ¿de
qué le valía que la gente le apoyara, si la única que lo había hecho antes le
daba la espalda?
Paula por su parte, había pasado
la noche dando vueltas a los motivos que habían llevado a Marta a actuar así,
ni siquiera le daba importancia a la presencia de Tatiana en su asiento… ¿Estaría pasando de ella?
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: