Cap. 8
Lorena entró directa a la
habitación, sabía de sobra que sería allí donde encontraría a Sandra. La rabia
que llevaba acumulando desde el discurso que esta le había dedicado, le hizo
abrir la puerta de un empujón, con el consiguiente estruendo.
-
¿Tú eres idiota? ¿Te crees que puedes soltarme
que pasas de mí, así, en mitad de la calle, sin darme tiempo a reaccionar?
Sandra, que se había incorporado
en la cama al oír el ruido de la puerta al abrirse, no se movió ni giró la
cabeza para mirarle a la cara.
-
Vete – fue lo único que fue capaz de articular
sin que le temblara demasiado la voz.
-
No
-
Es mi casa, vete – trató de que su voz sonara lo
más cortante posible
-
No me voy de aquí hasta que no me expliques lo
que acaba de pasar en la calle
-
No hay nada que explicar
- Si no hay nada que explicar y es cierto que no
quieres volver a verme, al menos ten el valor de mirarme a la cara al echarme
de tu casa y de tu vida – Lorena reprimió una lágrima, no quería que Sandra la
viese débil, no en aquel momento en que tenía que luchar por ella
-
Es cierto, vete – Giró la cara y le aguantó la
mirada
- No lo es, no puede serlo… - la fuerza con la que
había entrado acababa de desmoronarse al ver el odio en aquellas palabras
-
Lo es
Fue entonces cuando Lorena reparó
en las lágrimas secas en las mejillas de Sandra y sonrió levemente, todavía no estaba perdido. Sandra apartó
rápido la mirada viéndose descubierta.
-
No te creo, ¿y sabes por qué? Porque te conozco
y sé que te importo
-
No me importas
-
¿Ah no? ¿Y por qué has llorado entonces?
-
¿Qué más te da?
-
Ahí te equivocas. – Respiró hondo – Aunque fuera
verdad que no te importo, tú a mí sí. Y no hace falta que me contestes, sé que
has llorado por mí, porque no quieres dejar de verme. – Bajó la mirada – Lo
único que no entiendo es por qué lo dices.
Sandra se levantó de la cama,
tragó saliva y se plantó frente a Lorena con gesto serio. Se secó las lágrimas,
respiró hondo y elevó la cabeza hasta enfrentar de nuevo su mirada.
-
Hace tiempo te abrí las puertas de mi casa, te
di todo cuanto tenía, te di amor, cariño… te quise, más de lo que imaginas.
¿Qué recibí a cambio? Desprecio – Lore intentó decir algo – No, querías hablar
y vamos a hablar, pero primero es mi turno y hasta que acabe te vas a callar y
vas a escucharme. – Lore asintió resignada – Tú me escondiste y yo lo acepté,
por lo que pudiera decir tu familia. No debí hacerlo, porque con ese amor
incondicional que yo te daba, lo que hiciste tú fue romperlo, como ya dije, despreciarlo.
Te fuiste con Él aprovechando las vacaciones con mi familia, y lo mal que yo lo
pasé no se puede medir con palabras. – Sandra subió la voz para acallar un
intento de Lore de intervenir – No feliz con eso, aparecéis como la parejita feliz
en mi asociación. Yo, como persona educada que soy, os saludo, a los dos.
Obviamente, es una situación incómoda para todos los presentes, por lo que me
voy a la actividad y aguanto el tiempo que dura la misma, aunque no lo
pusisteis fácil. – cogió una nueva bocanada de aire – Después de todo eso,
cuando yo ya me he hecho a la idea de que te perdí, vuelves y quedamos. Lo que
pasó ese sábado ya lo sabes, y desde entonces no hemos hecho más que enredar
las cosas. Tú no quieres nada conmigo, pero has jugado con mis sentimientos. Y
¿Sabes? Yo no elegí ser partícipe de esto, así que lo único que he hecho es
retirarme de la partida. Como en el póker; tú has querido marcarte un farol y
subir la apuesta para ver mis cartas, yo no quiero mostrarlas, así que decido
retirarme y dejar la mesa – Con gesto duro, mirada sombría y voz seria añadió –
Tú ganas.
Dicho esto, esquivó a Lorena, que
seguía en estado de shock, y salió de la habitación tratando de recobrar el
aliento. No le había sido nada fácil mantener la compostura, ese tono serio y
calmado que había usado, nada se parecía al remolino de emociones que se
confundían en su interior. Pero no quería que Lorena notase duda alguna en la
decisión que había decidido tomar.
Se fue al balcón, por suerte su
hermano y su madre estaban en el salón y no se cruzaron. Sabía que tendría que
explicar la presencia de Lorena, pero en ese momento no se veía con fuerzas
suficientes. Solo esperaba que se marchara pronto para poder encerrarse en su
fortaleza.
En la habitación, una desquiciada
Lorena se había dedicado a revolver las cosas de Sandra en busca de algo que le
ayudara a comprender qué versión creer; la de que no quería verla y que había
sufrido mucho y no se iba a arriesgar de nuevo, o la que su corazón le gritaba
de que eso era una coraza y solo debía de hallar la forma de tirarla abajo.
En su búsqueda encontró un trozo
de papel bastante arrugado, en él un escrito a mano con tachones, con borrones
de tinta, con marcas de haberse mojado… Al leerlo sintió que le fallaban las
piernas, se sentó en la cama para no caerse y releyó aquel trozo de papel mientras
las lágrimas se agolpaban en su interior como un río a punto de derrumbar la
presa que impide que desborde. Su mirada se perdió en el horizonte y sus
pensamientos en el universo mientras trataba de asimilar aquellas palabras.
…
En vista de que Lorena no salía,
Sandra se armó de nuevo de valor y entró para echarla ella misma, pero en
cuanto entró por la puerta, esa valentía huyó de su cuerpo al reconocer el
papel que sostenía Lorena entre sus manos.
-
¿De dónde has sacado eso?
-
Lo… lo he encontrado en ese cajón – señaló Lore
con la cabeza un cajón abierto bajo la mesa.
-
¿Quién te ha dado permiso para mirar ahí dentro?
-
Nadie… lo siento
-
No tienes derecho a rebuscar entre mis cosas
-
Lo sé, pero ya está hecho – se levantó de la
cama y cogió a Sandra del brazo para que la mirara - ¿Lo escribiste para mí?
-
No es nada, sabes que escribo a menudo, puede ir
dirigido a cualquiera, escribo lo que pienso, lo que siento… no tiene
importancia
-
Solo dime si, en su día, esto iba dirigido a mí
-
…
-
Por favor, necesito saberlo – dijo con un
hilillo de voz casi suplicando
-
Sí – dijo en un suspiro tras tragar saliva –
pero no significa nada, no cambia nada
-
Te lo voy a leer, por si no te acuerdas:
Me
preguntan si te quiero
Y
no sé qué contestar
¿Qué
es el amor?
No
sé si quiero saberlo,
Pero
vida,
Mis
ojos no van a juzgarte
Mis
labios no buscan tu dolor
Mis
oídos serán tu diario
Mi
regazo, tu colchón
Si
necesitas algo
Sabe
que estaré yo.
Si
esto define el amor,
El
amor define al amante
Y ese
amante resulto ser yo,
Dejémonos
de etiquetas
Y
sigamos siendo
Tú
y yo.
No
pienses en el qué dirán antes de que ocurra, si alguien ha de juzgar lo que
sentimos, somos nosotras.
Con cariño, Sandra
- Sé lo que dice, lo escribí yo
- ¿Y sigues pensando que no significa nada? – una mirada
de Sandra reflejó un dolor intenso – Quizás la posdata te haga cambiar de idea:
“PD: sé que no es la mejor poesía del
mundo, pero espero que se entienda el mensaje; es pronto para decir “te
quiero”, quizás este regalo lo sustituya mientras sea necesario
-
¿Por qué lo haces?
-
Yo no hago nada, fuiste tú quien lo escribió,
aunque no lo recibí – entregó el folio a Sandra y esta se sentó en la cama
alternando la mirada; de la hoja a Lore, de Lore a la hoja.
-
Lo escribí en el camping, pensé dártelo a la
vuelta.
-
¿Y por qué no lo tiraste? – se sentó a su lado y
rozó cariñosamente su brazo a modo de consuelo
-
No pude, todo este tiempo lo he intentado. Lo he
rasgado, arrugado, emborronado… -Risa/resoplido de rendición – pero no puedo.
Me recuerda lo que tuvimos – se giró para mirarla y, acto seguido, se levantó
con fuerza – y lo que no volveremos a tener – arrugó el folio y lo tiró a la
papelera, manteniendo aun en él la mirada
-
No tiene por qué ser así, tú lo sabes. Tenemos
otra oportunidad, pero tú no quieres luchar – le cogió las manos mientras
buscaba encontrar sus miradas – Y lo entiendo, has sufrido mucho, pero te
prometo que no voy a dejar que se repita. – se levantó acercándose más a ella –
La culpa fue mía, la cagué, te hice daño, nunca quise hacerlo, pero te lo hice.
– se acercó un poco más – Hice daño a la persona que mejor me ha tratado en la
vida, a la que más me ha querido, y a quien más he querido nunca, a la persona
de la que estoy enamorada, a la única de la que me he enamorado. – Giró
suavemente la barbilla de Sandra para que la mirara a la cara – Dame la
oportunidad de arreglarlo, de quererte como te mereces y corregir el enorme error
que fue dejarte.
Sandra miró esos ojos que
parecían hablarle, en ellos vio reflejado un amor que no había creído posible,
un amor que tantas veces se había negado y estaba ahí a un solo beso de ella.
Acercaron sus labios lentamente, Lore cerró los ojos, en el momento en que sus
labios se rozaron…
-
Sandra, dice mamá que si se queda Lorena a comer
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: