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Paula llegó a la sala donde
saludó, con un gesto de su mandíbula, a un grupo de estudiantes sin conocer a
ninguno de ellos, se puso los cascos y continuó ensimismada en su música en lo
que empezaba aquella pamplina a la que su madre le había obligado a apuntarse.
-
¿Para qué
quiero yo estudiar esta mierda? Lo mío es dibujar, pintar… ¿Qué tiene que ver
el fondo de los colores con esto? Vale,
a quien le guste que lo haga, es muy bonito pero no va conmigo… Joder! Además
esto, yo sola, ¿qué voy a hacer yo aquí? – pensaba Paula apoyada en el
quicio de la puerta.
Dentro
del grupo de alumnos, el que parecía el cabecilla del grupo; un chico alto,
fuerte, de piel morena y el pelo negro con unos ojazos claros (de un color
difícil de definir, una especie de mezcla entre el verde intenso, el azul en
todas sus gamas y algún pequeño matiz de grises, blancos y negros con destellos
amarillos) que conseguían encandilar a cualquiera que se perdiese en ellos a la
suficiente proximidad; se acercó a Paula con la sonrisa más encantadora que
pudo y ese andar amigable y cercano nada común en un “popular”.
-
Hola, ¿eres nueva?
-
Hola. Hoy sí.
-
Jejeje ¿Y mañana no?
-
Puede que no
-
Bueno, pues mientras estés aquí… ¿por qué no
cambias ese tono seco por uno más amigable? Que no te hemos hecho nada –
sonreía divertido
-
Ya, tienes razón – bajó un poco la cabeza
avergonzada y se quitó los auriculares - ¿Cómo te llamas?
-
Soy Dani – le pasó el brazo por los hombros y se
acercaron al resto de chicos – Chicos esta es… ¿cómo dijiste que te llamabas?
-
No lo he dicho… - sonrisa de Dani y de una chica
rubia enfrente de ella compartida por Paula – Soy Paula
-
¿Cómo llegaste acá? – Preguntó un chico con
acento argentino
-
Bueno… pues…
-
Jejeje Otra a la que le obliga mamá Jejeje –
dijo la rubia sin poder contener la risa
-
Sí… pero bueno… yo…
-
Vos estate tranquila, aquí lo va a pasar bonito.
Soy Héctor – dijo el chico argentino saludándola con dos besos
-
Yo Amanda – sonó una vocecilla, la chica bajita
de su izquierda
Paula
contestó a ambos con una amplia sonrisa, pero sin dejar de fijarse en la única
que faltaba por presentarse, la chica rubia que le había llamado la atención
desde el primer momento.
Se abrió
la puerta del aula y asomó la cabeza una chica de pelo cobrizo, ojos oscuros y
una pequeña nariz respingona, con una gran sonrisa y una voz clara, aguda,
musical…
-
Hola chicos, soy Natalia, ¿pensáis pasar u os da
miedo el escenario? – dijo grácilmente aquella chica que después se presentó
como la monitora (lo de profesora no le gustaba) y pidió que le llamaran Nata y
que era una más de ellos. No perdió la sonrisa en ningún momento, lo cual hizo
que Paula se encariñara rápidamente con ella.
-
Nata, ¿serás tú quien decida mañana quién pasa y
quién no las audiciones?
-
Sí, Dani. Pero no os preocupéis chicos, son solo
para saber qué nivel tenéis cada uno, qué os gusta… no me gusta excluir a
nadie, así que tranquilos que todos estaréis en la obra a final de curso. –
sonrisa y miradas de victoria y alegría – Bueno, y con esto creo que podemos dar
por finalizado el curso de preparación, mañana nos vemos en las audiciones y
decidimos qué obra queremos hacer y cómo el próximo lunes, ¿os parece bien?
-
Sí – respondieron todos casi al unísono
Así
salieron de la sala y se despidieron de Nata. Dani, Amanda, Héctor y la rubia
estaban hablando entre ellos sobre la clase, cuando pasó Paula, que era la
última en salir.
-
¿Vienes a la cafetería?
-
Claro.
-
¿Jugás al mus? – Preguntó Héctor
-
Sí, claro
Después de
un rato en la cafetería, unas cartas y muchas risas, se despidió de ellos hasta
el día siguiente con una sonrisa en la cara.
Cuando
llegó a casa llamó a Marta, quien no había ido a aquella clase para sorprender
a Paula al día siguiente en las audiciones. Le contó su día con pelos y
señales, lo poco que le gustaba eso del drama y el espectáculo, la ilusión que
veía en Nata, los ojazos de Dani, la gracia que le hacía Héctor…
-
Bueno, al final te va a molar lo del teatro, te
lo digo yo
-
¡Qué va! Me caen genial mis compañeros, pero voy
por mamá, lo sabes.
-
Ya, ya… tiempo al tiempo Jejeje
-
Todavía si fueras conmigo… eso sí sería genial –
su voz dejó ver lo que la echaba de menos
-
Pero si dices que te caen todos genial
-
Todos no, la rubia esa ni siquiera se ha
presentado. Es una arrogante y una diva
-
¿Y eso por qué lo sabes?
-
Me lo han dicho en la cafetería cuando se nos
hemos quedado a solas Héctor, Dani y yo.
-
¿Qué te han dicho?
-
Que se llama Ari, que lleva en esto del teatro
desde niña y se cree genial. Que siempre intenta hacer que los demás queden
peor y que a nadie le cae bien
-
Pues que panorama. Bueno, pero si vais a hacer
una obra, seguro que va más gente y os ayudáis para que ella no haga de menos a
nadie
-
Eso espero, a ver si mañana se presenta más
gente, porque una obra con 5…
-
Ya, seguro que va alguien interesante, no te
preocupes…Bueno, y cuéntame más sobre ese Héctor del que no has parado de
hablarme... ¿Te gusta?
-
Pero si solo le conozco de un día
-
¿Y?
-
¿Cómo que “y”? pues que no….
-
¿Qué no qué? ¿Que no te pone?
-
Pero que tía, siempre pensando en lo mismo
-
¡Eso es falso!
-
Lo que tú digas, pero deja de hablar de esas
cosas, que se supone que la pija eres tú.
Ambas
rompieron en carcajadas y finalmente se despidieron y se fueron a dormir. Marta
soñando en cómo deslumbrar a Paula en las audiciones como Tati; y Paula en qué
pintaba ella entre actores y divas con el pánico escénico que tenía.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: